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Y los que han /visto/ la vanidad de esa pretensión, os han arrojado en el otro precipicio, al haceros comprender que vuestra naturaleza era semejante a la de los animales, y os han llevado a buscar vuestro bien en las concupiscencias que son la parte de los animales. No es éste el medio de curaros de vuestras injusticias, que esos sabios no han conocido. Yo sola puedo haceros comprender quiénes sois, con...."

322) Adán, Jesucristo.

Se os une a Dios, pero por gracia, no por naturaleza. Se os humilla, pero por penitencia, no por naturaleza.

Así, esta doble capacidad ...

Vosotros no estáis en el estado de vuestra creación

Abiertos esos dos estados, es imposible que vosotros no los reconozcáis. Seguid vuestros impulsos, observaos a vosotros mismos, y ved si no encontráis en vosotros los caracteres vivientes de esas dos naturalezas. ¿Tantas contradicciones se encontrarían en un ser simple?

-Incomprensible. - Todo lo que es incomprensible no deja de ser. El número infinito. Un espacio infinito igual al finito.

-Increíble que Dios se una a nosotros. - Esta reflexión sólo se infiere de la consideración de nuestra bajeza. Pero, si ella es totalmente sincera, seguidla tan lejos como la sigo yo, y reconoced que estamos, en efecto, tan abajo, que (325) somos incapaces de conocer por nosotros mismos si su misericordia no puede hacernos capaces de él. Pues me gustaría saber de dónde este animal, que se reconoce tan débil, saca el derecho de medir la misericordia de Dios y de ponerle los límites que su fantasía le sugiere. Sabe tan poco qué es Dios, que no sabe qué es él mismo, y, totalmente perturbado por la vista de su propio estado, se atreve a decir que Dios no lo puede hacer capaz de su comunicación.

Pero yo quisiera preguntarle si Dios le pide algo que no sea amor y conocimiento, y cuál es la razón por la cual él cree que Dios no se le puede tornar cognoscible y amable, puesto que él es por naturaleza capaz de amor y de conocimiento. No hay duda de que él sabe, por lo menos, que existe y que ama algo. Por lo tanto, si él ve algo en las tinieblas en las que se encuentra y si halla algún objeto de amor entre las cosas de la tierra, ¿por qué, si Dios le concede algún rayo de su esencia, no será capaz de conocerlo y de amarlo del modo como le plazca comunicarse con nosotros? Así pues, hay sin duda una presunción insoportable en los razonamientos de esa clase, aunque parezcan fundados sobre una aparente humildad, que no es ni sincera ni razonable, si no nos lleva a confesar que, no sabiendo por nosotros mismos cómo somos, sólo podemos averiguarlo por medio de Dios.

"No es mi propósito que me sometáis vuestra creencia sin razón, y no pretendo someteros con tiranía. Tampoco pretendo daros razón de todas las cosas. Y, para poner de acuerdo esas contrariedades, mi propósito es mostraros claramente, mediante pruebas convincentes, señales divinas en mí, las cuales os convenzan de lo que yo soy y me otorguen autoridad mediante maravillas y pruebas que no podáis rechazar; y que luego creáis... las cosas que os enseñe, cuando no encontréis en ellas ninguna otra razón para rechazarlas sino el hecho de que no podéis por vuestras propias fuerzas saber si ellas son o no. (326) Dios ha querido redimir a los hombres y abrir la salvación a quienes lo buscaban. Pero los hombres se vuelven tan indignos de esto, que es justo que Dios rehúse a algunos, a causa de su empecinamiento, lo que concede a los otros por una misericordia que no se les debe. Si hubiera querido superar la obstinación de los más empedernidos, lo habría podido, revelándose tan manifiestamente a ellos que no hubiesen podido dudar de la verdad de su esencia, como aparecerá el último día, con tal brillo de rayos y tal catástrofe de la naturaleza, que lo verán los muertos resucitados y los más ciegos.

"No ha querido aparecer de esta manera en su advenimiento de dulzura; porque tantos hombres se vuelven indignos de su clemencia, ha querido dejarlos en la privación del bien que no quieren. No era, pues, justo que apareciera de una manera manifiestamente divina y absolutamente capaz de convencer a todos los hombres, pero tampoco era justo que viniera de una manera tan escondida que no pudiera ser conocido por quienes lo buscaran sinceramente. Ha querido tornarse perfectamente cognoscible para éstos; y de este modo, queriendo estar descubierto para quienes lo buscan por todo el corazón y escondido para quienes lo rechazan con todo el corazón, (57) él templa su conocimiento, de modo que ha dado señales visibles de sí a quienes lo buscan, y no a quienes no lo buscan. Hay bastante luz para quienes sólo desean ver, y bastante oscuridad para quienes tienen una predisposición contraria."

Copia 220) 431

Ningún otro supo que el hombre es la criatura más excelente. Unos, que conocieron perfectamente la realidad de su excelencia, consideraron cobardía e ingratitud los sentimientos bajos que los hombres tienen naturalmente con respecto a sí mismos; y los otros, que conocieron perfectamente cuán efectiva es esa bajeza, consideraron ridícula soberbia ésos sentimientos de grandeza, que son también naturales al hombre.

Unos dicen: "Elevad vuestras miradas hacia Dios; ved a aquel a quien os parecéis y que os ha creado para que lo adoréis. Podéis tornaros semejantes a él; la sabiduría os igualará, si queréis seguirlo." "Alzad la cabeza, hombres libres", dice Epicteto a. Y los otros dicen: "Bajad vuestras miradas hacia la tierra, ruines y débiles gusanos, y mirad los animales, vuestros compañeros,"

Así pues, ¿qué será del hombre? ¿Será igual a Dios o a los animales? ¡Formidable distancia! Así pues, ¿qué seremos? ¿Quién no se da cuenta, por todo esto, de que el hombre está extraviado, de que ha caído de su lugar, que lo busca con inquietud, que ya no lo puede encontrar? ¿Y quién lo enderezará hacia este lugar? Los más grandes hombres no lo han podido.

425) 432

El pirronismo es lo verdadero. En efecto, después de todo, los hombres, antes de Jesucristo, no sabían en qué estaban, ni si eran grandes o pequeños a. Y quienes han dicho una cosa o la otra no sabían nada de ello, sino que adivinaban sin razón y por azar; más aún, siempre erraban, ya que excluían una cosa o la otra. Quod ergo ignorantes quaeritis, religio annuntiat vobis b.

465) 433

Después de haber comprendido toda la naturaleza del hombre. - Es necesario para que una religión sea verdadera, que haya conocido nuestra naturaleza. Ella debe haber conocido la grandeza y la pequeñez, y la razón de una y otra. ¿Quién la ha conocido, a no ser la cristiana?

 
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