-Pero ¿cómo sabes que sueña con oro?
-¿Cómo lo sé? Porque habla de ello hasta durmiendo; por eso lo
sé.
-Bueno, Júpiter; quizá tengas razón, pero ¿a qué feliz
circunstancia debo hoy el honor de tu visita?
-¿Qué quiere usted decir, massa?
-¿Me traes algún mensaje de míster Legrand?
-No, massa; le traigo este papel.
Y Júpiter me entregó una esquela que decía lo siguiente:
"Querido amigo: ¿Por qué no le veo hace tanto tiempo? Espero
que no cometerá usted la tontería de sentirse ofendido por aquella pequeña
brusquedad mía; pero no, no es probable.
"Desde que le vi, siento un gran motivo de inquietud. Tengo
algo que decirle; pero apenas sé cómo decírselo, o incluso no sé si se lo diré.
"No estoy del todo bien desde hace unos días, y el pobre viejo
Júpiter me aburre de un modo insoportable con sus buenas intenciones y cuidados.
¿Lo creerá usted? El otro día había preparado un garrote para castigarme por
haberme escapado y pasado el día solus en las colinas del continente.
Creo de veras que sólo mi mala cara me salvó de la paliza.
"No he añadido nada a mi colección desde que no nos vemos.
"Si puede usted, sin gran inconveniente, venga con Júpiter.
Venga. Deseo verle esta noche para un asunto de importancia. Le aseguro
que es de la más alta importancia. Siempre suyo,
William Legrand."