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El hecho de que las motas de polvo encarnaran tal desesperación por descubrir el título puede que más adelante nos resulte poco menos que natural, dado que profundas emociones y pasiones disfrazadas de palabras dormían en este libro, abrigando una necesidad aún mayor que la de éstas de adquirir alas. Pues ?TERRA INCOMMENSURABILE? había escrito muchos años antes un italiano como arribando a una síntesis, como si en su longitud gramatical el adjetivo intentara (en vano) contener tanto indecible. Pues este título era hijo de una inherente incapacidad, casi de una desesperación. De una urgencia expresiva por comunicar algo que Piero di Capri había comenzado a vivenciar un lejano día en las aún más lejanas tierras de la recientemente conquistada América del Sur, tal como someramente referiremos a continuación. Gran interés había tenido Piero entonces en la cultura y, en particular, en la música andina. Por ello, su asistencia por primera vez esa lejana noche a un ritual religioso musical significaba todo un acontecimiento. Ya el primer golpe profundo y penetrante del bombo le resultó un preludio que inauguraba para él todo un mundo nuevo. Pues el mismo resonó como un latido ancestral, telúrico. Como un latido de la Madre Tierra que se esparcía y diluía en una pausa que parecía interminable y que acallaba el latido de su propio corazón; o que lo sincronizaba. Y así, la música comenzó, transportándolo a un éxtasis insospechado. Los sikus y quenas no parecían sólo instrumentos de viento. Semejaban al propio Eolo jugando con los pétreos y rigurosos ángulos de riscos y montañas, ya sea con los diminutos volúmenes que le ofrecían los detalles de tales pretéritos gigantes, o con las monumentales dimensiones que se precipitaban por las faldas de las quebradas, llenando el espacio con sueños de lejanías. O bien, peinando los pastizales y resonando en infinitas cuerdas vegetales. En particular, el siku, lo atrapaba. Su confección con hileras de tubos de caña que se complementan en la melodía y que representan lo masculino y lo femenino, el principio de dualidad u oposición tan caro a la cosmovisión de los naturales. Un instrumento hecho pensando en la necesidad del complemento con otros sikus, que requiere (en una metáfora claramente cosmológica) ser ?pareado?. Ante los agradecidos ojos de Piero, los músicos y bailarines, vestidos con atuendos de colores vibrantes, formaban un círculo con pretensiones celestiales en torno a una gran vasija repleta de chicha (bebida alcohólica de uso frecuente en rituales mágicos y religiosos) que invitaba en ciertos momentos a beber la ?sangre del sol? contenida, no sin derramar fecundantes chorros de la misma sobre la tierra. Dicho círculo luego se deshacía con vértigo a medida que la música se arremolinaba como los cuerpos y los colores, para luego nuevamente sobrevenir la calma y el silencio. Ese silencio cargado de connotaciones inasibles, prolífico de trascendencia.

 
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Terra Incommensurabile de Gustavo A. Appignanesi   Terra Incommensurabile
de Gustavo A. Appignanesi

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