Capítulo I
Mis piratas
Estaba todo bastante abigarrado. Sin embargo aun sin ver un
rayo de luz, se podía ver claro; Ibamos avanzando a través del subsuelo a pie
por las bocas de metro, ya que todas las estaciones estando intercomunicadas,
daban la posibilidad de recorrer la red sin necesidad de montar en vagones.
Aun así si hubiéramos querido tampoco podríamos, ya que a esta
hora avanzada de la madrugada no circulaban trenes. De todas maneras no
resultaba un inconveniente, ya acostumbrado a largas caminatas. Quizás si
pudiese notarse algo de cansancio en las chicas.
Y en tan amena excursión, sí, así podría describirse nuestra
caminata, por que sencillamente no era mas que eso, una marcha sin mas
pretensión que la misma.
Ibamos todo el camino de cháchara.
-¿A qué hora estamos? -preguntó Eva.
-El reloj se me ha debido de parar -especificó.
-Pues anda que a mí. El mío se ha vuelto loco. Está dando
vueltas sin parar -dijo Dani.
-¡A mí también! -dijo Ana.
-¡Bien! -exclamó Dani-. Vamos dos a uno ganando los que se le
vuelve loco el reloj a los que se le para.
-Seguramente estemos pasando por un campo magnético o algo así
-dijo Sonia mientras se echaba el pelo hacia atrás, añadiendo:
-Hace frío aquí ¿No?
- Yo no tengo -le respondí.
-¡Toma, claro! ¡Además podrías tenerlo! Si llevas mas fundas
que una cebolla -me decía ella.
Tenía razón. Llevaba una camiseta de manga corta debajo de una
camisa, y además por encima una cazadora vaquera, un poco exagerado para ser fin
de primavera, ¡pero es que soy muy friolero!