Porque hay Europa y Europa, conviene no olvidarlo; y se puede
estar dentro del texto liberal de la Constitución, que ordena fomentar la
inmigración europea, sin dejar por eso de arruinar un país de Sud América con
sólo poblarlo de inmigrados europeos.
En este sentido eran racionales las aprensiones de los Egañas
de Chile, de los Rosas en Buenos Aires, de los Francia del Paraguay, cuando
temían los efectos de las inmigraciones de Europa. Es que en su tiempo los
emigrados de los mejores países de Europa no se daban prisa a naturalizarse en
países que conservaban vivos y calientes los restos del coloniaje más abyecto y
atrasado. Hubo un tiempo en que América fue un depósito de las excreciones de
Europa. En ese tiempo no era maravilla ver que alarmasen a las mejores personas
de América, las invasiones de la Europa rezagada.
Ese tiempo no habrá pasado del todo mientras haya una Europa
ignorante, viciosa, atrasada, corrompida, al lado de la Europa culta, libre,
rica, civilizada, porque es indudable que Europa reúne ambas cosas, como se
hallan reunidas en el seno mismo de sus más brillantes y grandes capitales.
Londres y París encierran más barbarie que la Patagonia y el
Chaco, si se las contempla en las capas o regiones subterráneas de su población.
Gobernar es poblar muy bien; pero poblar es una ciencia, y esta
ciencia no es otra cosa que la economía política, que considera la población
como instrumento de riqueza y elemento de prosperidad.
La parte principal del arte de poblar es el arte de distribuir
la población. A veces, aumentarla demasiado es lo contrario de poblar; es
disminuir y arruinar la población del país.
Pero no se distribuye la población por medios artificiales y
restricciones contrarias a la ley natural de la distribución, sino consultando y
sirviendo esta ley por esas medidas.
Si el salario, es decir, el pan, el hogar, la vida es lo que
lleva la población a un punto con preferencia a otro, la ley puede trasladar de
un punto a otro el trabajo que produce ese salario. Por ejemplo, en el Plata, la
ley puede llevar los mataderos, los saladeros, las barracas o depósitos de
cueros, de Buenos Aires a la Ensenada, con sólo llevar el puerto de Buenos Aires
a la Ensenada.