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Desde el comienzo


Hubo una vez... allá en el comienzo hace millones de años, fue concebida la idea de la Creación Universal en un campo indeterminado propicio para su expansión. La Creación en ese estado inicial, elemental, eterno, el que siempre fue, donde se generan a partir de lo indeterminado e inmanente los movimientos coordinados para lograr la manifestación de lo determinado.
Ese estado inicial, con capacidad inteligente y objetivos claros, logra producir como consecuencia de movimientos coordinados, que se manifiesten cosas que a medida que se desarrollan sus funciones, se separen de lo indeterminado pasando a ser determinados.
Y en ese gran proceso que abarcó y abarca cientos de procesos, desarrollar la Vida Inteligente Participante.
Debían generarse los elementos necesarios y básicos que como contenedores se necesitaban para albergar todo lo que hacía falta para tal Fin. Es así como se genera el Universo, el Gran Contenedor en el que debían estar los elementos propios y adecuados al ámbito, que permitiera la generación de la Vida.
Ahora ¿es posible entender a este Gran Contenedor, qué es y está en el espacio, lleno de otros contenedores, nadie lo sostiene, no está atado a nada y cumple con sus ciclos siempre en movimiento, sin chocarse?
Todo conformado por materia en diferentes estados, se fueron transformando, evolucionando, multiplicando y hoy podemos decir que estamos en una de las miles de millones de galaxias que puede tener 100 mil millones de estrellas, que conforman a su vez millones de sistemas planetarios, constelaciones a las que antojadizamente le ponemos nombres por tocar de oído, a esto tan maravilloso como desconocido.
Todo es Creación, todo lo que en la Naturaleza existe es materia en distintos estados que aún no sabemos manejar en la proporción justa. Por ejemplo la energía, concretamente ¿qué es la energía? es el movimiento de partículas que de acuerdo a la velocidad en que éstas se manifiestan, tenemos como resultado la manifestación determinada de cosas.
La proporción y la diversidad vienen como necesidad que debe responder a la continuidad, cuando se ha descubierto que hay un “Único Propósito o Programa” al que todo lo creado responde. Lo conocemos con el nombre de Universo: un solo verso, una sola versión.
La enorme diversificación de elementos debían relacionarse, expandirse, y crecer para responder a ese Propósito y además esperar que lo creado y sus relaciones produjeran la garantía necesaria para la continuidad de la Obra Creadora.
Esa necesidad hizo que fuera conveniente que se acelerara la capacidad de aquellos que como responsables debían participar en el plan de expansión, elegidos por su eficiencia en el trabajo.
No es un capricho de la Naturaleza que algo sea piedra o metal, el reino mineral es un proceso establecido en sí mismo. ¿Por qué valoramos tanto el oro? ¿Qué tiene ese metal que es tan valioso? Su durabilidad, no se contamina, no se oxida, es maleable etcétera. También desde las piedras preciosas como el diamante, piedras comunes que el hombre aprendió a usar en tantas cosas y cada una tiene una función desde su origen.
En el ámbito vegetal se comporta igual, el movimiento se incorpora a un programa vegetal y se produce la manifestación de la materia orgánica, y de acuerdo a la programación de la planta será la incorporación de movimientos, con características de intermitencias y frecuencias adecuadas para dar toda esa gama de posibilidades que tiene cada planta: colores y combinaciones que nos sorprenden y hasta emocionan, frutos, forma, perfume, tamaño etcétera.
Además de ser la fuente u origen de todos los medicamentos que el hombre necesita para su salud, y que la mayoría ignora, deberíamos pensar que en cada semilla aún del tamaño más insignificante, en su interior existe un contenido que responde a un Programa. ¿Increíble, no?
Por lo tanto, ¿podría existir haz energético en las plantas? ¿podríamos pensar que existe también una cierta energía en el reino mineral? Por supuesto que sí.
Cuando hablamos de haz energético, hablamos de elementos reunidos y programados para un objetivo y fin específico. Tanto plantas como minerales están para ofrecer todo lo necesario para la constitución, mantenimiento y la continuidad de la vida. También tienen como función importante en su programación la purificación del ambiente que es cuando toma el anhídrido carbónico y nos devuelve el oxígeno, además de alimentarnos.
De manera que todo lo que es manifestación de vida o determinismo existencial es para que al final se manifieste como Vida Inteligente Participante, dentro del proceso que le corresponde, porque esa es la causa y Propósito Único de todo lo generado.
Por eso hablamos de evolución natural, que la vemos desde un simple elemento energético programado para ser mineral, pueda ser una planta, un animal etcétera.
Así fue que la voluntad o Propósito Creador, brindó la oportunidad del conocimiento e información para indicar los procesos que garantizarían el crecimiento del espíritu en esa Naturaleza que respondía pero de forma muy lenta, teniendo en cuenta que todo tiene término.
Por ello fue necesario a medida que surgía por proceso natural, activar la condición de un animal para que entendiera a otro animal, a la vez con diferentes propósitos generados por los propios instintos.
Por tal motivo surgió la idea de dotar a cada uno de los planetas o contenedores, que estaban en las mismas condiciones evolutivas, con guías (originados en el cielo) con capacidades de encausar lo natural para que respondieran al objetivo correcto, porque se corría el riesgo de un gran desvío y que se degenerara todo en un proceso egocéntrico.
Se había comprobado que la producción de un Maestro o Guía fruto del proceso natural requería aproximadamente de 3 millones de años, lo que significaba extrema lentitud para las necesidades de aporte al Eterno Espíritu y así garantizar la continuidad de lo creado.

 
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