-Para un adulto serían cuarenta días de recuperación,
jovencito. Es mejor que trates de soportar la prueba con valentía. Buenas
noches; mañana te sentirás mejor. Y recuerda: nada de movimientos...
Cualquiera hubiera pensado que el daño sufrido por Jack era
mayor, pero el médico parecía más preocupado por la espalda de Jill que por los
huesos rotos del muchacho. La niña soportó un horrible cuarto de hora, mientras
el doctor la examinaba.
-Manténgala inmóvil y el tiempo dirá cuál es la gravedad de su
columna vertebral -fue lo que expresó ante la niña; pero si Jill hubiera oído lo
que dijo a la señora Pecq, no se habría sorprendido al ver llorar a su madre
mientras le arreglaba las almohadas.
-¡No me mimes tanto, mamá! Yo tuve la culpa de todo; Jack ha
sufrido muchísimo. ¡Todos deberían odiarme! -sollozó Jill.
-No hables, hija, y trata de dormir. Toma un poco del vino que
la señora Minot acaba de mandarte.
-No puedo dormir. No comprendo cómo la madre de Jack puede
mandarme cosas después de que casi he matado a su hijo. Si algún día logro salir
de esta cama, seré la mejor niña del mundo.
-Sería bueno que comenzaras de inmediato, porque me temo que no
podrás levantarte por mucho tiempo -suspiró su madre.
-¿Estoy muy mal, mamá?
-El doctor cree que sí.