-¿Tuvieron un accidente? Recuerdo que, cuando joven, aquí mismo
me rompí la nariz -dijo, riendo.
-Levantemos primero a Jill, señor -pidió Ed, siempre tan
galante con las niñas, mientras extendía su capa sobre el auto.
-Bien, niña. Quédate quieta y trataré de no lastimarte.
Por más cuidado que puso el señor Grant al levantarla, el dolor
que Jill sintió fue tan agudo que hubiera gritado, pero se mordió los labios.
Apenas estuvo instalada en el asiento ocultó su cara en la capa y dejó correr
sus lágrimas. Luego colocaron a Jack a su lado.
Se pusieron en marcha y todos los niños caminaron junto al
vehículo para acompañar a sus amigos. Sólo Joe permaneció en el lugar
contemplando los restos de "Centella" que señalaban el lugar de la
catástrofe.
***
Ni Jack ni Jill hablaron mucho acerca del accidente. Fue una
dolorosa prueba para ambos. Cuando el médico puso los huesos de Jack en su
lugar, le hizo dar varios gritos. Frank, que hacía de ayudante, se puso pálido
al ver el sufrimiento de su hermano. El doctor Whiting le dio tan poca
importancia a la fractura, que el niño, inocentemente, preguntó si estaría bien
en una semana.
-¡Hum!... Eso no. Vas a tener que esperar por lo menos veintiún
días para que se suelden los huesos.
-¡Tres semanas en cama! -se quejó con desesperación el
paciente.