"¡Abran paso a Jack, el buenmozo!"
Los muchachos cantaron versos que tenían para casi cada uno de
sus compañeros.
En un trineo rojo se acercaban un muchacho de pelo tan rubio
que parecía de oro, y una niña de cabellos negros y mejillas rojas. Radiante de
alegría, él agitaba una de sus manos.
-Jill sigue siempre a Jack, y él lo acepta -comentó una de las
niñas.
-Es el mejor muchacho del mundo, jamás se enoja -repuso otra,
recordando que varias veces Jack la había defendido de las bromas de sus
amigos.
-No se atreve a enojarse con Jill, porque, si lo hiciera, ella
le sacaría un ojo -gruñó Joe Flint, resentido aún, pues Jill no lo había dejado
jugar en la pendiente suave, único lugar donde se divertían los niños
pequeños.
-¡Jamás lo haría! ¡Es una chica muy buena! -exclamaron las
niñas-. Estás envidioso porque es la primera de la clase y más inteligente que
tú, Joe.
Joe continuó molesto y Merry Grant cambió de tema
preguntando:
-¿Irán todos a la reunión esta noche?
-¡Sí! Frank nos invitó a todos y siempre nos divertimos en su
casa -agregó Sue.
-Jack dijo que habría un barril de miel a nuestra disposición;
y hasta podemos llevar un poco a nuestras casas -añadió uno de los muchachos,
relamiéndose los labios.