-Todos son tan buenos conmigo que no puedo dejar de portarme un
poco tonto.
-¡Un poco tonto! -repitió la madre, preocupada-. El dolor nos
enseña muchas cosas, y algunas de ellas son el cariño y la bondad que hay en el
mundo. No lo olvides nunca, hijo mío.
-No lo olvidaré, mamá. Dame un beso y te prometo portarme
bien.
Apoyando la cabeza sobre el brazo de su madre, Jack permaneció
quieto hasta que se quedó dormido.