En ese extenso territorio con amplios litorales, se conjugan muchas acciones
colectivas, algunas de ellas son acordadas entre agentes y actores, otras veces
chocan y se contraponen, algunos se resisten y mantienen la tenacidad por
construir un camino propio, desandar lo recorrido de la mano de los intereses
del imperio y deseosos de experimentar vías alternas para ver si hallan lo que
siempre han imaginado y nunca han podido plasmar: paz, justicia, libertad y
equidad.
No lo han logrado porque aun mantienen guardada la utopía en el cajón de los
sueños y temen que se den cuenta que es una colcha de retazos construida con
ilusiones pero sin continuidad, sino guardados en nichos y alojados en el
subconsciente colectivo, sólo que una utopía privada, eclipsada, se convierte en
quimera, si la hacen pública se convierte en imaginario de emancipación.
Los anhelos de los 150 millones afrodescendientes, de los cuales el 92% son
pobres, guardan la misma esperanza de los 40 millones de indígenas que se
encuentran divididos en unos 400 grupos étnicos, cada uno de los cuales tiene su
idioma, su organización social, su cosmovisión, su sistema económico y modelo de
producción.
Si en Argentina vemos a los indígenas como minoría, desde otra perspectiva y
lugar, la mirada analítica cambia, porque en Bolivia representan el 62% (cerca
de 3,9 millones de personas); además, son cinco países los que agrupan casi el
90% de la población indígena regional: Perú, México, Guatemala, Bolivia, y
Ecuador.
Ahí tenemos dos segmentos con casi 200 millones de habitantes, dos veces la
población de México y 5 veces la de Colombia, que están fuera de todos los
programas y los planes de desarrollo de Latinoamérica mestizada.
Si hurgamos entre los bolsones de la marginalidad, la exclusión y la pobreza
en América Latina, las cifras y los hechos nos llevan a escenas dantescas, y
aunque lo medios de
comunicación no los exhiben por ser la cara oculta de nuestros
países, la invisibilidad está representada en un 44% que son pobres (186
millones), de esos cerca de noventa millones son carenciados en absoluto,
sobreviven con 1 dólar diario y muchas veces menos; esta cifra se puede traducir
en un ejercicio mental para conocer la magnitud del problema con el total de la
población de Colombia, Venezuela y Argentina sin posibilidad de vivir
dignamente, no obstante la región produce alimentos para nutrir a mil quinientos
millones de habitantes.
La tasa de criminalidad es muy alta, 40 homicidios por cada 100 mil
habitantes; sin embargo el discurso oficial criminaliza a los jóvenes,
pandillas, pobres, campesinos y marginados como los autores de este hecho
significativo de muertes; pero mirando nuestros pueblos desde la perspectiva de
investigador itinerante que se acerca a lo pueblos, analiza lo procesos y
convive con los actores protagónicos, descubre que la focalización del discurso
gubernamental está lejos de la realidad, la mayor cantidad de homicidios son
provocados por conflictos estructurales como el que vive Colombia, cuerpo de
paramilitares en Perú, Bolivia, Argentina, Paraguay y sur de Brasil, sin
mencionar el nicho matricial que es Colombia.