|
|
Páginas
1
(2)
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
|
|
Como aquella noche que dormía plácidamente en su cama, cuando apenas tenía doce años… De pronto comenzó a moverse y removerse entre las sábanas, y es que normalmente no había vuelto a tener pesadillas desde aquellas que continuamente atormentaban su alma y su mente, cuando sólo tenía cinco años. Miraba muchas tumbas abiertas, y sin saber por qué, caminaba entre ellas al atardecer, cuando ya se había ocultado el sol, sola, llena de asombro y de terror, con la terrible angustia de resbalar y caer sobre la caja del muerto que estaba al descubierto. Estas noches terribles una tras otra, la habían atormentado por muchísimos meses, ella no sabe cuántos, solo sabe que eran eternos y en su inocencia de niña y en su fe sincera e infantil, oraba siempre antes de dormir; ya sentada en su lecho, se bendecía a sí misma y bendecía su cama, especialmente la almohada y luego devotamente hacía la señal de la cruz en su frente, porque en su sencillez de niña, sentía que en sus pensamientos se encerraban sus pesadillas, con este método, poco a poco, la misma pesadilla de todas las noches dejó de atormentarle y nunca más había tenido ninguna. Pero esta noche era distinta, no parecía una pesadilla, era como si fuera algo real, ella miraba cómo por todo el pueblo perseguían a dos muchachos pisoteando sembrados, calles empedradas, plaza e Iglesia y no lograron escapar, los atraparon y brutalmente los asesinaron. En su desesperación, pues no estaba acostumbrada a la violencia, quería despertar, pero no lo consiguió, siguieron apareciendo ante sus asombrados ojos muchas escenas más, hasta que enterraron a los muertos en dos tumbas de tierra contiguas como ella las soñaba de niña… La voz de su mamá, llamándola desde las escaleras porque había que prepararse para irse a la academia, la vino a sacar de su terrible noche… Agradeció a Dios el despertar y la voz de su madre, pues se encontró con que su pesadilla solo había sido un sueño y se alegraba mucho por ello, se vistió rápidamente y bajó a tomar la caliente avena con pan que ya estaba lista en la mesa.
|
|
Páginas
1
(2)
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
|
|
Consiga El desierto, umbral de la gloria de Agustina Nuñez de la O en esta página.
|
|
|
 |
|