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Aún no sabía dónde estaba su espíritu, que no había vuelto a ella y por tanto la hacía sentirse inquieta y como una pluma volando sin saber bien donde estaba… Pero dejemos que ella misma nos cuente lo que pasó… “Silenciosamente y casi sin percibirlo, siendo ya media mañana, mi espíritu llegó a mi interior, y sin darme cuenta cómo, de manera sorpresiva, me encontré de pie junto a una camilla donde yacía muerto el “Rey del Pop”, cubierto hasta los hombros con una sábana blanca. ¡Qué terrible dolor sintió mi corazón!, entonces se me quebró el alma al mirarme de pie junto a su cabecera… Con profundo respeto me incliné y besé su frente fría y en un mar de lágrimas le hice la pregunta que todos hacemos ante la partida de un ser querido, ¿por qué te marchaste?... ¿por qué?... pero no percibí ninguna respuesta. Sentía en mi corazón la desesperación de verlo muerto y en mi dolor, quería despertarlo y levantarlo, pero todo era inútil, él permanecía inmóvil y frío serenamente en su camilla y con su cara hermosa y pálida, con su ojos cerrados y sin palabras en sus labios, parecía decirme una y otra vez: “permanece junto a mí en oración, permanece junto a mí en oración”… Igual, no hubiera podido retirarme aunque quisiera, el profundo dolor y la inmensa ternura que ahora experimentaba por él, sin ninguna explicación, de momento, me tenían atada al gran artista. Poco a poco me serené, y me di cuenta que mi espíritu no dejaba de orar por su eterno descanso. ¡Con qué fuerza y fe profunda rogaba a Dios que perdonara todos sus faltas, lo purificara y lo introdujera a su eterno descanso, aún cuando yo había percibido su llegada al cielo!...
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Consiga El desierto, umbral de la gloria de Agustina Nuñez de la O en esta página.
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