|
|
Páginas
1
2
3
(4)
|
|
Göbekli Tepe, Kurdistán Occidental, Turquía, 1995 d.C.
Durante milenios, el Hombre había alternado avances y retrocesos, atravesando repetidos períodos de penumbra y alcanzando fugaces momentos de esplendor. Un año antes, de manera casual, el pastor kurdo Savak Yildiz había hallado las primeras señales de lo que más tarde iba a ser uno de los mayores misterios arqueológicos conocidos hasta entonces. A partir de ese descubrimiento, ya definitivamente instalados en la aplanada colina, el equipo que dirigía el Dr. Klaus Schmidt, de la Universidad de Heidelberg, mantenía un rápido progreso en las excavaciones. Los primeros megalitos que habían encontrado se hallaban tan cerca de la superficie que hasta podían distinguirse en ellos marcas dejadas recientemente por las hojas de los arados de los campesinos. Habían podido establecer una datación confiable de esas ruinas gracias a la clara y consistente demarcación de los estratos del suelo. Todas sus mediciones señalaban una sorprendente antigüedad de alrededor de 10.000 años, lo que las hacía varios milenios más antiguas que otras construcciones megalíticas como las de Stonehenge, y muy anteriores a las fechas que hasta ese momento se aceptaban para el desarrollo de herramientas de metal y hasta de la cerámica. Meses de trabajo e investigación iban a permitir descubrir de manera sucesiva los restos de amplias construcciones circulares, un importante número de edificaciones rectangulares, y un trazado de calles de pisos encalados con sorprendente semejanza a las de la antigua Roma. En medio de esas sorprendentes estructuras se destacaban varios pilares de piedra en forma de “T”, que parecían querer transmitir desde sus bajorrelieves un mensaje indescifrable. Quienes pudieran alguna vez interpretarlo y siguieran sus instrucciones, hallarían una cueva ubicada a algo más de un kilómetro de las ruinas y, en su interior, una elaborada arca o sarcófago de piedra, con uno de sus costados destrozado casi por completo. Comprobarían —con segura decepción— que se encontraba vacía, y durante mucho tiempo habrían de persistir los debates acerca de su hipotético contenido, del que no había quedado ninguna señal.
|
|
Páginas
1
2
3
(4)
|
|
Consiga La Enciclopedia de Babel de Hugo Alejandro Huertas en esta página.
|
|
|
|
|