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En el transcurso de la mañana el viento tempestuoso fue amainando poco a poco, pero el mar seguía embravecido y no hubiera sido sino con gran pérdida de tiempo y muchas dificultades como hubiésemos podido alcanzar la punta norte de Chatham. En consecuencia, rumbeamos directamente hacia Floreana (Isla Charles), con viento a favor. Por cierto, lamenté pasar tan cerca de la isla Hood sin poder desembarcar en ella, si bien por lo que ya había oído decir y lo que pude ver a distancia, de todas era la menos interesante. Su contorno es ovalado y su mayor diámetro mide sólo ocho millas marinas. En toda su circunferencia, el suelo se eleva de manera uniforme hacia el centro y forma allí una comba chata. De acuerdo con las cartas marinas inglesas, la elevación no alcanza sino unos 195 metros. Interrumpen la uniformidad y regularidad de esa bóveda esporádicas e insignificantes lomas cónicas aplanadas de escoria. Con la ayuda de un buen anteojo de larga vista logré distinguir la vegetación grisácea, casi desprovista de hojas, que cubre precariamente el pardo suelo de lava, una vegetación que mis tarde hallé en todas las islas de la región inferior. Como curiosidad zoológica señalo que el albatros habita esta sola isla en tal cantidad que todo el campamento de recolectores de orchilla (más de sesenta hombres) se alimentó durante un mes principalmente de sus huevos, aun cuando cada hembra no pone sino uno. Tal vez se trate del difundido albatros del Cabo de Buena Esperanza (Diomedea exulans), muy frecuente, como su nombre lo indica, en los alrededores del Cabo de Hornos. La isla de Hood no es apta para la agricultura. Todas las personas que estuvieron allí, me hicieron vivas descripciones de la terrible aspereza de los campos de lava que cubren toda la isla. Tampoco hay en ella una sola gota de agua dulce porque la que cae en la época de las lluvias no se puede acumular en ninguna parte y se escurre enseguida por las capas porosas de lava. Esta isla no llega a entrar en la región húmeda de altura de todo este archipiélago, en la cual la lava se descompone y en combinación con una vegetación exuberante forma un mantillo fértil. Por la mañana, la temperatura del agua de mar descendió a 23,5% en las proximidades de Hood a 230, y se mantuvo constante en todos mis viajes de ida y vuelta entre las islas. Deseo añadir que en mi viaje de regreso a Guayaquil en noviembre, hice las mismas observaciones. de lo cual se deduce que en el archipiélago de las Galápagos reina en el mar la misma temperatura, bastante baja, de 230 C similar a la de la costa de Guayaquil, y que esas aguas están separadas por una corriente marina de 30C más templada que corre con dirección sudeste-noroeste. Además, la transición del agua más fría a la más tibia ocurre en forma paulatina y no tan de repente como se ha observado aquí y allá en los límites de las distintas corrientes marinas. |
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Visita a las islas de Galápagos
de Theodor Wolf
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