Mitre y V. F. López practicaron la historia desde muy jóvenes
durante el exilio. Mientras Mitre recogía documentos en Montevideo para escribir
las biografías de José Gervasio Artigas o de Mariano Moreno, V. F. López daba a
conocer en Santiago de Chile, entre otros trabajos, dos estudios de carácter
general acerca de la historia de la civilización y el desarrollo de las letras.
El plan trazado en la juventud se prolongará sin descanso al paso de la acción
política. Inútil repetir el itinerario de Bartolomé Mitre: nada de lo público le
fue ajeno. Menos sobresalientes, los compromisos políticos de V. F. López lo
enfrentaron con Mitre en las jornadas de junio de 1852, cuando Buenos Aires
rechazó el acuerdo de San Nicolás, y más tarde a través de su incorporación a
las filas del alsinismo.
En aquellos años, entre la caída de Rosas y su victoria
presidencial en 1862, la obra más importante de Mitré fue la Historia de
Belgrano (especialmente en su segunda edición en dos volúmenes publicados en
1858 y 1859). V. F. López, por su parte, tuvo un paréntesis en ese período para
reiniciar con más ahínco su actividad historiográfica luego de su regreso a
Buenos Aires en 1871. Con la publicación en cuatro volúmenes de la Historia
de la Revolución Argentina (su origen, su evolución y su desarrollo político
hasta 1830) en 1881, V. F. López presentó una primera síntesis histórica que
contenía críticas a la tercera edición, fechada en 1877, de la Historia de
Belgrano. La respuesta de Mitre llegó de inmediato en sucesivos artículos
reunidos en 1881 en el volumen titulado Comprobaciones históricas acerca de
la Historia de Belgrano. V. F. López volvió a replicar en sendos artículos,
a medida que Mitre publicaba los suyos, agrupados más tarde en los dos tomos de
1882: Debate histórico. Refutación a las comprobaciones históricas de la
Historia de Belgrado. La controversia se cerró con otra respuesta de Mitre:
Nuevas comprobaciones históricas a propósito de la historia argentina
(llamada en adelante Comprobaciones históricas-Segunda parte) dada a
conocer el mismo año.
La polémica Mitre-López, como se la llamó desde entonces, no
sólo avanzó sobre la posible refutación de hechos ubicados en momentos cruciales
de la revolución (el debate acerca de los acontecimientos de mayo, por ejemplo,
aún conserva una innegable sugestión), sino también expuso dos concepciones
opuestas de la interpretación histórica. Si para V. F. López, el pasado vivía en
la remembranza o, como quería Michelet, operaba en el presente gracias a una
resurrección, en la visión de Mitre sobre ese mismo pasado se destacaba un
objeto que podía ser estudiado merced a un riguroso método heurístico. El
debate, que colocaba frente a frente estas dos vías de acceso a la historia,
cobró notoriedad en años posteriores hasta el punto de concentrar exclusivamente
en ese corpus los análisis comparados entre Mitre y V. F. López. La
intención es comprensible ya que rara vez aparece una oportunidad tan atractiva
como ésta para discutir el sentido de la historia en nuestro siglo pasado.
Volvamos a recorrer entonces las rutas paralelas de la
Polémica.