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La mujer le habló en tono bondadoso a pesar de su severa apariencia.

-Bienvenida a Hawthorn, Heidi. Nos sentimos muy contentas de tenerte con nosotras. Espero que hayas tenido un viaje agradable y que nos brindes tantas y tan legitimas satisfacciones como tu amiga Clara. ¿Tienes hambre? Louise, la cocinera, ha preparado un poco de carne fría y fruta para ti. ¿Qué es lo que tienes ahí debajo del brazo? ¡Ah! Un violín... Tu abuelo me escribió diciéndome que has aprendido a tocar el violín. Parece que te gusta mucho. Aquí serás puesta en muy buenas manos para que perfecciones tus conocimientos musicales.

Se volvió hacia la profesora de inglés.

-Miss Smith, ¿quiere usted hacer el favor de mostrar a Heidi su habitación y ocuparse de que disponga de todo lo necesario? Buenas noches, Heidi, que duermas bien. La campana para levantarse suena a las siete de la mañana.

-Hasta mañana -respondió Heidi en tono tímido.

-Debes decir: "Buenas noches, Mademoiselle -la corrigió inmediatamente la directora.

Heidi miró uno de los rostros extraños que tenía delante de sí y luego al otro. Debía llamar "Miss" a la profesora de inglés y "Mademoiselle" a la directora. ¡Y en su casa le habían enseñado siempre que debía llamar Fráulein a la maestra! ¿Cómo podría llegar a manejarse en forma correcta alguna vez?

Confundida y cansada, siguió a "Miss" Smith por un largo corredor. La habitación que iba a compartir con una joven inglesa, Eileen, se encontraba en el primer piso. Las otras habitaciones estaban cerradas y silenciosas. Todos parecían estar durmiendo. -Camina con cuidado para no despertar a las niñas. Es mejor que arregles tus cosas mañana. Bien... ¿vamos al comedor?

-Gracias, pero ... es que no tengo hambre -respondió Heidi.

-Debes comer la carne fría y la fruta como te ha indicado la directora -insistió con firmeza Miss Smith.

Cuando Heidi hubo comido lo que pudo volvieron al piso alto. Llegaron a la habitación. Heidi echó una mirada a la luz débil que allí había y vio dos camas de madera, dos armarios, una mesa y dos sillas... todo pintado de un blanco reluciente. La habitación daba la sensación de comodidad, pero en el momento en que la señorita Smith cerró la puerta, una ola de añoranzas hogareñas invadió el espíritu de Heidi. A pesar de todo su valor, las lágrimas llenaron sus ojos. Fue a la ventana y con toda suavidad, abrió las persianas.

-¡Oh! -exclamó entonces impulsivamente.- El lago! ¡Las montañas!

Todo estaba en calma, tan sereno que casi parecía aquello su propio país. Una luna llena andaba por el firmamento y trazaba un sendero dorado sobre el agua. Heidi se secó las lágrimas para ver mejor. Ya amaba el lago y se sentía contenta de que estuviese allí.

La puerta de la habitación se abrió sin el menor ruido y seis curiosas cabezas se asomaron por ello.

-Entren. Yo soy Heidi -dijo la niña en un murmullo.- ¿Quiénes son ustedes?

Las seis se deslizaron dentro en puntas de pie y una muchacha morena se adelantó para presentar a las otras.

-Ésta es Eva Muller, de Hamburgo -dijo presentando a la rubia señorita alemana.- Es la más alta de todas nosotras y por eso le tenemos mucho respeto.

Dijo la última frase con una risita graciosa, mientras señalaba a las dos chicas que seguían por orden.

-Edith y Molly, dos amigas íntimas que llegaron de Inglaterra; detrás de ellas está Jeanne-Marie, una chica húngara... Le hemos achicado el nombre por la escasa estatura que tiene y ahora se llama Jamy. Y aquí está Mademoiselle Annes de Fauconnet. Uno de sus antepasados, Gaeton, se batió en el combate de Issus con San Luis en el año 6000 antes de Cristo.

-¡Oh, Lise! Mi antepasado no se llamaba Gaeton. Jamás se batió con San Luis y lo del año 6000 antes de Cristo es un disparate. ¿Cómo puedes decir cosas semejantes? -protestó Anne riéndose.

La joven no estaba enojada en absoluto, porque hacía tiempo había descubierto que su compañera encontraba gran placer en hacer aquellas bromas inocentes.

-Y ahora yo misma -continuó Lise.- Yo soy Lise Brunet, suiza, vagamente relacionada con Mademoiselle la directora, quien no me quiere ni pizca por esa circunstancia. Cuando llegue Eileen estaremos todas. Ahora cuéntame de ti.

En pocas palabras, Heidi les contó su vida con el abuelo allá en las alturas de los Alpes y la temporada que pasó con Clara en Francfort.

-En Dörfli, la maestra estaba entusiasmada con mi música, pero cuando ella se fue, el nuevo maestro no quiso molestarse en seguir enseñándome a tocar el violín. Era muy severo y muy duro. Todo lo que se proponía era enseñar a los chicos lo indispensable y mantenerlos en orden. El abuelo vio que yo no era feliz en semejante escuela, de manera que él y mi padrino, el doctor, decidieron enviarme a Lausana para que pudiera estudiar con un buen profesor. Al principio no quería irme de allí y dejarlos, pero ellos pensaron que así era mejor. Son muy buenos conmigo.

-Nosotros vamos a ser buenas contigo también -le aseguró Lise.- Y ahora, de regreso a la cama. Te veremos mañana.

Una después de otra fueron saliendo de la habitación. Jamy, la última sonrió tan cariñosamente a Heidi que la recién llegada se olvidó de que estaba nostálgica y una tibia felicidad vino en su ayuda. Se desvistió rápidamente y arrodillándose junto a la cama, comenzó a decir sus oraciones.

-¡Querido Dios, te doy las gracias! ¡Te doy las gracias por haberme guiado hasta aquí! -fue todo lo que pudo decir al principio. Y después añadió con dulzura:- Te ruego que me ayudes a trabajar tan bien, que cuando regrese a Dörfli pueda hacer que el abuelo se sienta orgulloso de mí. Y te ruego también que lo cuides y que cuides también al doctor... y al buen Pastor y a su esposa y a todos los aldeanos de Dörfli. Haz que el maestro sea bueno y los chicos felices. Bendice a la querida abuela que está en el Cielo y cuida especialmente a Brígida y a Pedro, "el general de las cabras". No permitas a Turk que lo tope y no dejes que él se acerque demasiado al borde del precipicio. Cuida mucho de Pequeño Cisne, de Osito, de Jilguero y de Pompón de Nieve.

Así, una por una, fue nombrando a todas las cabras hasta que se sintió muy cansada y se echó en la cama para dormir.

 
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