Los negros libres celebran una fiesta en honor de una santa negra del África, llamada Efigenia. En esta ocasión hacen sus mejores esfuerzos para dar a su fiesta el mayor brillo posible y sobrepasar a los blancos en sus celebraciones similares. La festividad se festeja el 24 de junio. Según la costumbre, con catorce días de anticipación se presentó ante el padre vicario el comisario de los negros para solicitar su autorización y la obtuvo. Esa misma noche, varios negros ataviados con uniforme portugués recorrieron durante un tiempo las callejuelas en sus caballos adornados con campanillas y cintas y finalmente se dirigieron a la iglesia. Sacaron del templo un estandarte con la imagen de su santa y lo plantaron sobre un alto mástil frente al portal, en cierto modo como señal de la iniciación de la fiesta. Todo esto ocurrió bajo un continuo fuego de morteros y mosquetes. Seguidamente, el cortejo cabalgó en derredor del templo para encaminarse luego a la iglesia parroquial. Una vez en la plaza existente frente a la misma los jinetes ejecutaron varias evoluciones con gran destreza y fueron luego de casa en casa para formular votos de felicidad con motivo de la fiesta. Con el acompañamiento interrumpido de tambores y otros instrumentos del Congo, descargas de escopetas y otros fragores, pasaron la noche en casa del emperador, pues para esta celebración se elige tino. Un negro clama "bambi" y todos replican a coro "domina" lo cual significa algo así como "el rey domina todo".
Entre los instrumentos de los negros se cuentan los siguientes: una especie de flauta consistente en una caía de bambú de una vara y media de longitud, en cuyo cuerpo se tallan muescas sobre las cuales se pasa otra caña de arriba hacia abajo y viceversa. El sonido que se obtiene es bastante desagradable, pero los negros lo escuchan con deleite; pequeños tamboriles, un instrumento cuadrangular de gran tamaño y dos pulgadas de espesor, revestido de cuero en su base y cara superior sobre la cual se golpea con un trozo de madera, (el sonido que produce es un claro redoble) otro instrumento cilíndrico parecido a un tambor, de algo más de treinta cm de largo y quince de diámetro. El bastidor se cubre con una tela y al pasar los dedos sobre ella se origina un sonido muy peculiar, profundo y melancólico.
El domingo siguiente, el emperador elegido por sorteo y su esposa, acompañados por dos tamborileros fueron de casa en casa para recolectar limosnas destinadas a sufragar los festejos. Encabezaba el cortejo el portador de una cajita con una estatuilla tallada de la santa, que era ofrecida a los transeúntes para ser besada. La batahola, los redobles, el canto, etc., se prolongó durante toda la noche hasta el amanecer del nuevo día.
Finalmente, el 23 de junio, día de San Juan, se encendieron hogueras frente a cada casa en honor del santo y como festejo previo a la celebración del día siguiente. La fachada de la iglesia se iluminó en su totalidad con lámparas muy peculiares, tan simples que por cierto nadie sospecharía de qué están hechas. Por falta de vidrio, se usan en el interior del país para tal fin las cáscaras de naranjas vacías, en cuyo interior se vierte aceite y se coloca una mecha. En la plaza situada frente al templo ardían asimismo varias hogueras y en su interior se escuchaban cantos y oraciones.
