Haide Giri nació en General Pico, La Pampa, un gélido 17 de julio de 1946. Desde niña, sus padres Emilio y “Monona” y su tía “Cachita” le estimularon su inclinación por la lectura, la pintura, el teatro y el arte en sus más variadas expresiones.
A los diecisiete años dejó su pueblo natal y se mudó a Córdoba —ciudad que adoptó como su Patria Chica—, para estudiar en la Universidad Nacional de Córdoba, en la que se recibió de médica.
Es en la etapa estudiantil donde descubrió una pasión que la acompañaría de por vida: la política. Con su activa militancia en el peronismo —que se originó en su rebeldía juvenil—, buscó interpelar la profunda vocación anti peronista de su familia: un padre ex seminarista Marista y una madre atea, pero educada en libertad.
Esa militancia combinó el profundo sentir humanista y cristiano del peronismo, con un breve paso previo por el guevarismo. Tuvo activa participación en el Cordobazo y años después ocupó una diversidad de cargos públicos llegando a ser la primera mujer senadora provincial por Córdoba como así también senadora nacional por esta misma provincia.
En 1976, perseguida por la dictadura genocida en Argentina, tuvo que exiliarse y fue en Brasil primero y en España después, que retomó su indómito impulso por escribir; acaso un modo de escapar a la tragedia del destierro, que marcó su vida en esos años.
Fue siempre una militante de “llenarse los pies de barro” —como ella se define—, caminando siempre por el sendero de sus convicciones aun ocupando altos puestos, tanto en el movimiento Justicialista, cuanto en cargos públicos.
Es otra tragedia —la pandemia mundial del Covid-19, en 2020—, la que la llevó a desempolvar sus apuntes manuscritos en papeles amarillentos por el paso del tiempo y parir el dilatado sueño de publicarlos. Los dos primeros, constituyen este volumen.