En unos pocos años, la acumulación de avances científicos y técnicos han hecho dar bruscamente al hombre un salto de siglos. Al mismo tiempo, grandes transformaciones políticas, sociales y económicas han puesto en tela de juicio todo el sistema tradicional de valores que regía la convivencia humana. Todos estos cambios han traído, en consecuencia, un sentimiento creciente de alienación: el hombre ya no se reconocer a sí mismo, ni al mundo del que forma parte. Y ello ocurre paradójicamente en el preciso momento en que los medios de comunicación se han multiplicado hasta extremos sorprendentes, en que el hombre goza de una posibilidades de información y de conocimiento como nunca había tenido a su alcance a lo largo de toda su existencia. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué los humanos son cada vez más ignorantes, están cada vez más lejos de la realidad? Roberto Rossellini, un gran cineasta que renunció a sus privilegios de artista para ponerse humildemente al servicio de la cultura y de la educación, da aquí su respuesta personal a estas dos preguntas fundamentales y formula unas proposiciones concretas sobre el camino a seguir. Este libro, puesto bajo la advocación de una máxima de Platón que le sirve de título, es el fruto de largos años de reflexión de un autodidacta de gran inteligencia y lucidez. Sus ideas son simples, razonables y altamente polémicas. Resultan accesibles a todos -adolescentes y adultos, artesanos y científicos, apolíticos y comprometidos- y a todos conciernen. La muerte de Rossellini poco después de publicado este libro, le confieren un especial y valioso carácter de testamento. La versión castellana se enriquece con una serie de textos adicionales, elegidos con el propósito de situar la evolución seguida por el pensamiento del autor y permitir una primera aproximación a la obra didáctica -aún insuficientemente conocida- que lo ilustra. Roberto Rossellini, nacido en Roma en 1906, se convirtió en uno de los cineastas mas famosos del mundo con la aparición de Roma, ciudad abierta en 1945, considerada generalmente por los expertos como el punto de arranque del neorrealismo italiano, al que daría con Paisà su título tal vez más representativo. En 1963 decidió abandonar el cine, en busca de una nueva forma de expresión, «una nueva pedagogía a través de la imagen», que halló brillantemente en La toma de poder por Luis XIV. Sus experiencias siguientes, entre las que destacan Los hechos de los apóstoles, Sócrates -rodada en España-, Pascal, La era de los Médicis y Cartesius, constituyen una obra insólita en sus planteamientos, extremadamente original y rica, cuyo prestigio crece de día en día. La muerte sorprendió a Rossellini en 1977, cuando preparaba el rodaje de una película sobre la juventud de Karl Marx, Trabajar para la humanidad.
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