Este libro de las Memorias de Barry Lyndon es, en verdad, la más cumplida novela picaresca. Es Guzmán de Alfarache y la Vida del Buscón y Estebanillo González, redivivas y "nuevamente compuestas" por un ingenio de la Corte de S. M. La reina Victoria. El tema, el personaje, las aventuras, el estilo del relato, la composición, todos los elementos, en fin, de la novela picaresca se hallan reunidos aquí como en un cuadro sinóptico. Falta, es cierto, la digresión moralizadora, mas ¿cómo ponerla en boca de un truhán de la especie de Barry Lyndon, hidalgo pobre, pero sin escrúpulos, que es soldado, desertor, espía, tahur, bravucón, seductor y borracho, si bien arrogante y generoso como un gran caballero? Sin desvirtuar a su personaje, no podía Thackeray convertirlo en un predicador; así que dejó los interludios moralizadores y las reflexiones filosóficas para su Feria de las Vanidades y otros novelas suyas de costumbres contemporáneas. Esas digresiones suyas que tanto irritaban a Taine, el cual nunca sospechó de dónde provenian. (Nota Preliminar).
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