Casi todo lo que se conoce como Historia de las Malvinas no transcurre allí sino en Buenos Aires, Madrid, Londres, Montevideo y otros lugares. El valor de estas páginas está dado porque en ellas se describe puntillosamente lo que se ha vivido en las islas, sin olvidar que hay un conflicto pendiente. Dejando de lado lo económico o cultural -tan grande lo primero, tan ínfimo lo segundo-, sin duda en ningún otro archipiélago del mundo se ha desplegado tanta lucha. Ni las Galápagos ni las Marquesas ni las Baleares podrían enumerar que, apenas descubiertas, casi se produce una gran batalla naval entre el inglés Anson y el español Pizarro; que la colonia del francés Bougainville movilizó todas las cortes de Europa; que los ingleses fueron desalojados por la fuerza de Port Egmont; que una nave norteamericana destruyó casas y ganados en 1831; que otra, pero británica, desalojó a los argentinos en 1833. En 1852, un bergantín norteamericano casi combate con los ingleses; en 1914 las islas fueron el escenario de una gran batalla entre las armadas inglesa y alemana; desde allí salieron los buques que protagonizaron la que se llamó la batalla del Río de la Plata y, por supuesto, en el todavía cercano 1982, un conflicto armado erizó el cabello de todas las naciones. El lector no vivirá estas páginas como buscó sintetizar Jorge Luis Borges, que, sin mencionarlas, describió a las Malvinas como unas islas demasiado famosas. Este libro demuestra que nada es demasiado para aquel lugar pequeño, árido, despoblado y lejano. Aquí está todo lo sucedido, así pasó, y vale la pena contarlo.
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