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ediciones
Argos
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Reseña del libro
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* Los importes están expresados en dólares estadounidenses. Política de Devoluciones.
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Otros libros en la misma sección
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Descripción del libro usado "El inmoralista"
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Caso prodigioso el de André Gide, quien ya rebasados los setenta y cinco años -nació en París, en 1869- continúa ejerciendo en la literatura francesa la misma influencia sobre las nuevas generaciones que ya alcanzó desde la otra postguerra, y cuya extensa obra, tanto la preferida como la actual, guarda siempre el mismo acento de inquietud y radical sinceridad. Mas ¿cómo definir sintéticamente su personalidad tan múltiple? "Desgraciados los autores -escribía con ironía en su Dostoiewski- cuyo pensamiento no pueda reducirse a una fórmula. "El gran público no podrá adoptarlos nunca". Pues bien, quizá el autor de Les faux monnayeurs no se ha librado de entrar ya hace años en esa fase de simplificación -o deformación- formularia. Se dice: "¿Guide?, e inmediatamente se piensa: la apología del acto gratuito (cristalizado en su personaje Lafcadio de Les caves du Vatican), la perpetua disponibilidad espiritual, no hay que adherirse a nada, la exaltación del placer (motivos capitales de Les nourritures terrestres). Y otras tantas frases semejantes del "Hereje entre los herejes", condensadas en la divisa que puso a sus Marceaux choisis: "Los extremos me tocan".
André Gide ha escrito ensayos, diarios, viajes, dramas, novelas...¿Cómo clasificar precisamente sus novelas de la primera época, que abra El Inmoralista, publicada en 1902, y que Gide califica sólo de "relato"? Cierto es que entonces, a comienzos de siglo, todavía bajo la influencia del simbolismo y el predominio absoluto de lo lírico, resultaba heterodoxo bautizar netamente un libro como "novela". Pero encaje o no concretamente en este género -por lo demás de fronteras cada día más elásticas- lo cierto es que El Inmoralista plantea un problema moral. Según las propias palabras de Gide viene a ser la "critica de una forma del individualismo", del mismo modo que poco después La parte etroile sería la crítica del sacrificio. En cualquier caso, y prescindiendo de corolarios, aquello que el lector actual admirará esencialmente en El Inmoralista es la belleza descriptiva de los paisajes africanos, la finura de trazos y la acuidad psicológica. Y sobre todo cierta atmósfera nietzscheana envolvente: esa aspiración hacia la vida y esa marcha hacia la libertad más absoluta que sellan los pasos del protagonista.
Guillermo de Torre.
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