El siglo XX, que pareciera haber tomado definitiva conciencia acerca del niño, se lanza desde todas las perspectivas posibles a investigar su universo íntimo, los principios que rigen su ser y su comportamiento. De dicha inquietud surge una multitud de obras, de las que sólo un puñado puede rescatarse por su seriedad científica, su plausible base de experiencia, su posibilidad de llevarse al campo fáctico y producir saludables cambios, de modo que el niño desenvuelva enteramente sus virtualidades. A ese conjunto de menos libros pertenece, indudablemente, el que "Guadalupe" presenta.
¿Cómo hacer para tomar efectiva conciencia de lo que un niño es y de sus prerrogativas esenciales? ¿Cómo hacer para que padres, maestros, amigos y otras personas no frustren la armonía del incipiente desarrollo? ¿Cómo actuar en diversas situaciones concretas que la vida en movimiento plantea?.
Una caudalosa experiencia, unida a un auténtico amor por la infancia -base de cualquier pedagogíua fecunda sirve de apoyo a John y Helen Krumboltz para hilvanar este conjunto de reflexiones, sabias, atinadas, practiquísimas. El lector especializado, y común, encontrarán, en las páginas del libro, motivaciones, sugerencias, alarmas, caminos de flujo y reflujo hacia una más adecuada visión de una serie de urticantes cuestionamientos cotidianos.
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