Su valor vivo, su raro acierto está en la reinvención de un estilo dramático y en la manera como, superando toda atadura, cualquier localismo geográfico, eleva la acción trágica a un plano universal. Lo primero se advierte en el modo verbal, en el habla de los personajes, en la frescura e imaginismo de los diálogos. De ahí la maravillosa sobriedad ejemplar que transparece en Bodas de Sangre y Yerma; la calidad diamantina de un diálogo recortado, bruñido, que da siempre en el blanco. Prólogo y notas: Luis Martínez Cuitiño. Bodas de sagre constituye junto a Yerma y La casa de Bernarda Alba, una trilogía trágica centrada en la vida de una mujer y su posición en una sociedad rural que todavía vive bajo la fuerza de la tradición, y donde las pasiones pueden destruir la vida de sus protagonistas.
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