https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Martín Paz" de Julio Verne (página 2) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Domingo 28 de abril de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  (2)  3  4  5 
 

Cerca de la hermosa fuente levantada en medio de la plaza Mayor, había un grupo de jóvenes, todos mestizos, que, envueltos en sus ponchos, como manta de algodón de cuadros, larga y perforada con una abertura que da paso a la cabeza, vestidos con anchos pantalones rayados de mil colores, y cubiertos con sombreros de anchas alas hechos de paja de Guayaquil, hablaban, gritaban y gesticulaban.

?Tienes razón, Andrés ?decía un hombrecillo muy obsequioso, llamado Milflores.

Este Milflores era una especie de parásito que padecía Andrés Certa, joven mestizo, hijo de un rico mercader que había caído muerto en uno de los últimos motines promovidos por el conspirador Lafuente. Andrés Certa había heredado un gran caudal, que derrochaba en obsequio de sus amigos, de quienes, a cambio de sus puñados de oro, sólo exigía complacencias.

?Los cambios de poder, los pronunciamientos eternos, ¿para qué sirven? ?preguntó Andrés en alta voz?. Si aquí no reina la igualdad, poco importa que gobierne Gambarra o Santa Cruz.

?¡Bien dicho, bien dicho! ?exclamó el pequeño Milflores, quien con gobierno igualitario o sin él jamás habría podido ser igual a un hombre de talento.

?¡Cómo! ?añadió Andrés Certa?. Yo, hijo de un negociante, ¿no podré tener carroza sino tirada por mulas? ¿No han traído mis buques la riqueza y la prosperidad a este país? ¿Es que la aristocracia del dinero no vale tanto como la de la sangre que ostenta sus vanos títulos en España?

?¡Es una vergüenza! ?respondió un joven mestizo?. Vean ustedes, ahí pasa don Fernando en su carruaje tirado por dos caballos. ¡Don Fernando de Aguillo! Apenas tiene con qué mantener a su cochero y se pavonea orgullosamente por la plaza. Bueno; ¡ahí viene otro, el marqués de Vegal!

Una magnífica carroza desembocaba en aquel momento en la plaza Mayor: era la del marqués de Vegal, caballero de Alcántara, de Malta y de Carlos III, que iba sólo al paseo por aburrimiento y no por ostentación. Abismado en profundos pensamientos, ni siquiera oyó las reflexiones que la envidia sugería a los mestizos, cuando sus cuatro caballos se abrieron paso a través de la multitud.

 
Páginas 1  (2)  3  4  5 
 
 
Consiga Martín Paz de Julio Verne en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Martín Paz de Julio Verne   Martín Paz
de Julio Verne

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com