INTRODUCCIÓN
Bajo el nombre singular de Bebedores de agua,
existió en otro tiempo una pequeña sociedad de hombres
jóvenes, los que, asociando sus esperanzas y sus labores, le
habían propuesto restablecer en la vida de artista las condiciones de
trabajo independiente y serio, que tan fácilmente se olvidan, sobre todo
cuando se tiene que luchar contra las corrientes de la moda pasajera, o contra
las seducciones de la industria. Los fundadores de aquella pequeña
iglesia solitaria, habían sido puestos frente a frente unos de otros por
el azar de las grandes ciudades. Hijos todos de familia pobres, habían
empezado desde muy temprano el aprendizaje de las privaciones. Laboriosos ya a
una edad todavía, lindante con la época de los juegos,
reflexionaban durante el tiempo reservado a la indolencia.
La fraternidad que habían creído reconocer en sus
gustos, la semejanza de sus antecedentes, una simpatía, experimentada y
probada, fueron primeramente los lazos de su asociación que más
tarde debía consolidar un reglamento. Entrados en una carrera cuyas
dificultades son proverbiales, y colocados en las condiciones más
desfavorables para, poder triunfar, debieron Los Bebedores de agua
afrontar muchos sufrimientos, los cuales nos proponemos relatar con la rigidez
del escrito sumarial. No es nuestro propósito, al estudiar de este modo
la vida del artista en un medio particular, emprender la tarea de glorificar a
cierta clase de parásitos que han convertido el título del
artista, en una cosa tan trivial y poco respetada, amparándose en
él, unos para disfrazar su ociosidad y otros su incapacidad. El grupo que
nos proponemos presentar en escena, se compone de jóvenes verdaderamente
dotados de una vocación real que no pudo ser fecundada por el estudio
desde el propio instante en que fue revelada; porque, al menos, tienen la buena
fe de reconocer esa inferioridad, y cuyos esfuerzos tendían precisamente
a hacerla desaparecer.