A efectos de la edición de este libro, se indica que
después del libro La Sociedad Competitiva y el Estado Saurio, (2006),
editorial Elaleph.com, donde la lucha social por el reparto del excedente,
centra el conflicto del Ser natural y el Ser natural socializado, de la Comuna
Social contra la Sociedad Sauria, el Estado Saurio y la Sociedad
Competitiva.
Las Abejas y las Cenizas (2008),
editorial Elaleph.com, es un libro donde se analiza la extrema violencia de
dominio social, la concentración de la propiedad, el crecimiento del Estado del
bienestar europeo, los ritmos políticos y económicos que acentúan los ciclos de
destrucción y expansión: las clases sociales, fracciones de clase y grupos,
productivas e improductivas.
La estructura de la Sociedad Monopolista estancada en los excedentes
económicos, corregidos por la industria de armamento, y los sectores
empresariales financieros, de ventas y publicidad. Las fusiones de grandes
corporaciones empresariales para controlar los excedentes de capacidad
tecnológica y desempleo, para determinar la evanescencia de las inversiones de
la acumulación de capital a tasas de ganancias
decrecientes.
El Superyo monopolista se ha vuelto
irreductible a las relaciones sociales agregativas del Ser Natural Socializado,
a las utopías a través de la Comunidad Social, en un fin unitivo de la
Naturaleza y la Tecnología humanizadas.
Las Abejas y las Cenizas es un libro que atraviesa
los acontecimientos históricos, bajo las
propuestas renovadoras de la generación de 1968. Se considera que la
fecha de 1968 es nodal con respecto a los cambios económicos-sociales, desde la
guerra fría hasta la coexistencia pacífica. Alrededor de estas propuestas se
tejen las esperanzas teleológicas en la historia, el análisis de los bloques de
la guerra fría, la revolución económica europea, el hombre y el milagro, las
conjunciones económicas e ideológicas de la coyuntura revolucionaria y
reaccionaria. La posición jerárquica de los países dependientes, Centro y
Periferia: estructura compleja y dependiente, la correlación del mayo francés y
el genocidio dictatorial en los países dependientes de las relaciones
internacionales de intercambio, las clavijas interruptoras de la historia, la
ceguedad de los maniquíes, Richard M. Nixon: una estructura política compleja.
La picaresca positivista y la metafísica del bienestar, las máscaras de yeso,
sin sujeto en la historia, las estructuras económicas e ideológicas,
Soledad Brother,
Rimbaud y Matisse: artistas de la
inquietud. Los infiernos de la guerra, juguetes del tiempo. 1900-1918, La Elegía
de Duino y la Gran Guerra. Cambios y delirios en la sociedad, Bajo la lluvia
están los animales y los hombres. La industria de la muerte, etc. En los
capítulos del libro se analizan las estructuras sociales complejas de relaciones
económicas, ideológicas y políticas de propiedad privada, de las organizaciones
empresariales de producción y realización de los excedentes gananciales y el
control de la naturaleza humana bajo el dominio del salario, la ganancia y la
productividad. Todos los capítulos bajo los ecos históricos del pretérito,
atravesados por la apuesta humanizadora del cese de las represiones de los
grupos dirigentes sociales sobre millones de hombres carentes del consumo real
de valores de uso y sobre ideologizados de esperanzas de rendimientos
individuales.
Cerca de todos los capítulos del libro
están las astucias de la soberbia, la avaricia de clase y las catástrofes de la
Gran Guerra y de la II Guerra mundial, el neocolonialismo, la democracia formal,
la guerra fría, las intuiciones del terror nuclear, la poesía angustiada de
Rilke, las iluminaciones de Rimbaud y Matisse, los cambios y delirios
positivistas, la industria militar como factor de crecimiento económico de la
Sociedad Monopolista y de subdesarrollo de los países dependientes, las
relaciones raciales de los Soledad Brother etc.
Las Abejas y las Cenizas es un libro
que pretende mostrar la perennidad militar, económica y ecológica, que sustenta
las relaciones sociales del siglo XXI. Las contradicciones de dominio que
agobian por obra de las oligarquías dirigentes, que han convertido al individuo
en una mercancía con valor de cambio en cantidades de trabajo, en valores de
muerte en las guerras y las esquizofrenias de la represión ideológica
global.
Frente a tanta miseria material y
espiritual, las abejas de la Colmena Global deben buscar las flores entre las
cenizas. Para los manipuladores, pragmatismo de termitas, la utopía ha cesado y
con ella el final de la historia de la colectividad humanizada por el saber y el
instinto de amor. En el porvenir moral del Ser Social está la síntesis, que
resume el porvenir de la esperanza, la mirada que espera llenarse de consuelo,
la presencia del hombre rebelde, la conversión de las sombras agonizantes en
luces de amanecer.
El hombre está hecho para la vida, pues
el porvenir de la historia destruye la resignación. No hay límites que fijen la
exterioridad humana, pues ésta fluye de la precariedad del marginado hasta la
mano que modela la arcilla, que ara, que siembra, que ofrece el pan al
desheredado, que bajo el olmo espera, de aquel otro camino en claror de orillas,
sobre aquel otro almendral, en aquel otro río de pétalos rosáceos, está la
Humanidad. Consuela la luminosidad del sol, el canto festivo de los niños y los
pájaros en los árboles de las plazas. El hombre es naturaleza y sociedad,
estética y moral. El azar del individuo es la muerte, pero también la
resurrección en la colectividad, retorno a la herencia espiritual, hecha de
trabajo y de palabras mágicas: la lluvia y la
espiga.
La historia destruye la fatalidad del
dominio de los agentes represores. El azar escurre sorpresas: agua entre los
dedos de las manos. Estamos de continuo en la eventualidad de las propiedades
trascendentales, del Ser en la vida. El cuerpo es místico y real, se resiste a
ser una cosa en una existencia determinada. El individuo es una entrega no al
azar, sino a la conciencia individual que participa en la igualdad y en la
libertad. Si la historia fluye hacia la comunidad de individuos iguales y
libres, el tiempo heraclitiano discurrirá buscando el encuentro con la Totalidad
del Ser. La vida no viene a ser orilla, que espejeara un cielo gris oscuro, como
si fuera ella un devenir hermético; al contrario, ella es esmeralda en la
luminosidad del alba. La estructura del mundo percibido es real. Nada de lo que
hay fuera no es ajeno, espacio y tiempo de los sujetos históricos intuyen las
oquedades de la apropiación de los medios de reproducir la vida social. Se debe
querer el concepto de la flor y la flor misma.
La
muerte no está dentro de nosotros, es una abstracción. Si jugamos con ella como
relaciones de Señorío y de Esclavitud, la sociedad perecerá en la destrucción
del delirio de la productividad enajenada. La vida colectiva es ajena a la
muerte. Ella es semilla que germina cuando el dolor no es exilio y luego se abre
en la evocadora claridad de un Algo milagroso, en las galerías de las semejanzas
entre los espejos y la realidad, donde hay paisajes sorpresivos del absoluto
instintivo del placer contra el instinto de muerte.