Tal vez el verdadero personaje de esta novela sea un barrio de Buenos Aires, en este caso un Mataderos mitológico, marginal, violento, en cierto modo mágico, un Mataderos regido por leyes peculiares, inviolables, con su consecuente galería de fiolos típicos, psitoluquis y gratas, seres en apariencia despladados pero al mismo tiempo sentimentales, oprimidos, que hacen del honor una religión y del machísmo una ley, con sus tradicionals barras de grandes y chicos, con sus prostitutas fascinantes y trágicas y maternales que merodean el frigorífico "Lisandro de la Torre". Posedor de un talento salvaje, bruto e imperfecto, en realidad poseedor de un talento salvaje, bruto e imperfecto, en realidad posedor de un talento desesperado, Moreyra se mueve con soltura y plasticidad alrededor de los fibrosos ejes de su universo; por fortuna trasciende del mero testimonio, describe la violencia desde la violencia misma, narrando desde adentro explora profundos territorios, utilizando un lenguaje directo, crudo, que en ningún momento se queda en la procacidad o el efecto, y nos cuenta, en definitiva, historias desgarradoras e inolvidables, crea personajes de antología como Yolanda Rivero la Rabiosa, Quique Morán, Santos, el excelente y siniestro cura Solano, o el viejo comunista ferroviario. Penetrar sin prejuicios en el universo de "Los Reos" es, por lo menos, una aventura apasionante.
Jorge Asís.
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