Por último, identificaron el planeta perdido que quedaba
exactamente atrás del planeta Plutón, el último de los
planetas conocidos desde el centro del sistema. Era un pequeño planeta,
al cual los débiles rayos del sol nunca llegaban a su superficie, se lo
tapaba su hermano mayor al proyectar su sombra eterna sobre él. Desde
adentro del sistema no podrían detectarlo a simple vista, aún con
el telescopio más potente, ni en los pequeños instantes que
lograba salirse de la sombra de Plutón. Para detectarlo se
necesitarían elaborados cálculos sobre la rotación y
traslación del planeta plutoniano.
Una vez que el Grupo de Identificación Sideral estuvo
seguro de que se trataba del mismo sistema planetario que hablaba la vieja
bitácora. Entrego el informe al gobierno de la nave, solicitándole
al mismo tiempo su autorización para llevar a cabo la expedición
tantas veces acariciada; hacia el interior del sistema.
El gobierno ejecutivo de la nave comparó el informe del
Grupo de Identificación Sideral, con los datos anotados en la vieja e
histórica bitácora. El resultado se envía al Consejo de
Ancianos, órgano máximo de gobierno, solicitándole su
permiso para descender al centro del sistema, a buscar la palabra perdida; como
se había solicitado hacia tres años siderales cuando se
encontró en la biblioteca de la Nave Madre la vieja
bitácora.