La nostalgia de la muerte y el anhelo de vivir
En las depresiones el conflicto fundamental parece ser el
conflicto entre la nostalgia de la muerte y el impulso de vivir y de gozar la
vida. Las religiones, muchas veces sin darse cuenta, refuerzan el anhelo de la
muerte, especialmente en el Islam, que promete al varón creyente placeres
interesantes. En el cristianismo, el mayor placer es la presencia de Dios, un
placer algo teórico para mucha gente, pero un placer a pesar de todo. Es una
pena que los esfuerzos de los centros religiosos de curación que tanto mérito
tenían -y continúan teniendo- no hayan observado este lado de la fe. Muy
diferente es en el budismo donde existe la idea de que el máximo grado de
desarrollo significa morir sin tener que vivir jamás otra vez, sin más
reencarnaciones.
Un interesante ejemplo de una
persona con una fuerte nostalgia de la muerte lo describió Thomas Mann en su
libro La montaña mágica. En un sanatorio alpino suizo para
pacientes con tuberculosis se hallaba un oficial alemán y, como la mayoría de
pacientes con esta enfermedad en la época anterior de la Primera Guerra Mundial,
no se curaba. Pero, poco después de estallar la guerra, se curó y pudo tomar su
puesto como oficial del ejército del Imperio Alemán. Poco después, cayó en
combate, una muerte muy apreciada por militares de aquella época.