Casi al mismo tiempo otro siguió el diálogo sin importarle lo
que el hombre blanco protestara.
-¡Juzguémoslo!
-¡Sí!
-¡No!, es una pérdida de tiempo, las pruebas están a la vista.
Creo que lo mejor es que hagamos justicia de una vez y nos marchemos, no soporto
esto.
-¡Sí! - ¡Claro! - ¡Muy bien! - ¡Por supuesto...!
Fueron las exclamaciones de todos los hombres de la banda. Y
como si lo tuvieran ensayado cada uno de ellos pasó una cuerda por la rama de un
árbol y se dispusieron a lincharlos a todos.
Con el Jesús en la boca caí de rodillas, llorando. Volví a la
escena inicial y me marché agobiado.
Aquí estoy ahora, junto a mi Padre y hermanos, para decirles
que he fallado, no conseguí borrar una sola lágrima del
mundo.