Escena en el
bosque
También como a mi hermano, me gustan
los relatos, por lo que, si me lo permite nuestro Padre y Uds., voy a contarles
con todos los detalles la experiencia por la que he pasado.
Creo que recordarán que fui el primero de nosotros en elegir el
tema a tratar; como dije entonces tuve que sufrir mucho en una oportunidad la
crueldad de algunos humanos y sin medir siquiera aquello con lo que debía
enfrentarme, allá fui, mas guiado por la indignación que esta monstruosidad
genera que por la confianza en mi capacidad para ayudar siquiera.
Tenía en mente una escena muy vívida y dolorosa y una idea que
brotó casi al instante y que yo no analicé en detenimiento -como posiblemente
hubiera sido muy recomendable hacerlo-, porque en mi atropellamiento por actuar,
sólo podía ver en una dirección.
Me transporté al lugar y, como si se tratara de una escena a la
que hay que darle cuerda para que comience a actuar, vi a los personajes
inmóviles pero con todo preparado para la acción.
Con todo el tiempo del mundo a mi favor me dediqué a observar a
cada uno de ellos, sabiendo que todo comenzaría cuando yo lo decidiera.
Me encontraba en medio de la noche en un pequeño bosquecillo
cercano a un caserío tremendamente pobre; la noche era muy oscura pero unos
faroles alumbraban el lugar, aunque escasamente.
Observando la escena, de pie y desafiante, había un hombre
blanco, de unos 45 ó 50 años, alto y fuerte, prolija y ricamente vestido, los
brazos cruzados sobre el pecho, el abdomen prominente ya, una pistola ajustada a
la cintura, botas de montar relucientes.