ROBUSTIANA. -¡Jesús! ¡Por una manchita!
PRUDENCIA. - Una manchita que después, con la plancha
caliente, ensucia toda la ropa Ladiá esa vela.
ROBUSTIANA. - ¡Viva, pues, la patrona!
PRUDENCIA. - ¡Sacá esa porquería de
ahí! (Da un manotón a la vela, que va a caer sobre la enagua que
plancha Rudecinda.)
RUDECINDA. - ¡Ay! ¡Bruta! ¡Cómo me has
puesto la enagua!
PRUDENCIA (Displicente). - ¡Oh! ¡Fué sin
querer! ROBUSTIANA. - Jua, jua, jual (Recoge la vela y trata de reanudar su
tarea)
RUDECINDA. - ¡A la miseria! ¡Y tanto trabajo que me
había dao !plancharla!.(Muy irritada.) i0diosa!... ¡Te la
había de refregar por el hocico!
PRUDENCIA. - ¡No hay cuidao!
RUDECINDA. - ¡No me diera Dios más trabajo!
PRUDENCIA (alejándose). - Pues, hija, estarías
todo el día ocupada.
RUDECINDA. - ¡Ah, sí! ¡Ah, sí!
¡Ya verás1 ¡Zafada! ¡Sinvergüenza! (Corre a
Prudencia.)
ROBUSTIANA. - ¡Jua, jua, jua! (Al ver que no la
alcanza)
RUDECINDA (Deteniéndose) - Y vos... gallina crespa,
¿de qué te reís?