https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Mis confesiones (tomo I)" de Juan Jacobo Rousseau (página 2) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Domingo 05 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  (2)  3 
 

Gabriel Bernard, hermano de mi madre, se prendó de una de las hermanas de mi padre, la cual sólo consintió en dar su mano al joven, si su hermana se casaba con mi padre, y he aquí cómo se encargó el mismo amor de componerlo todo, verificándose los dos matrimonios en un mismo día. Así pués, ni¡ tío carnal era el marido de mi tía carnal, y por lo tanto sus hijos fueron doblemente primos míos. Uno de cada matrimonio vino al mundo un año después; luego fue preciso separarse nuevamente.

Mi tío Gabriel Bernard era ingeniero, y su profesión lo llevó a servir al imperio en Hungría, a las órdenes del príncipe Eugenio, distinguiéndose en el sitio y en la batalla de Bellergarde. Mi padre partió después del nacimiento de mi único hermano para Constantinopla, adonde fue llamado para ser relojero del Serrallo. Durante su ausencia, la hermosura de mi madre, su talento, su instrucción le atrajeron admiradores: entre ellos estaba Mr. de la Closure, ministro residente de Francia, uno de los más asiduos y que debió amarla apasionadamente, pues hablándome de ella treinta años después, le vi todavía enternecerse. Pero mi madre poseía más que la virtud para su defensa: amaba a su marido. Instóle a que volviese, lo que verificó él dejándolo todo. Yo fui el triste fruto de esta vuelta: nací diez meses más tarde, débil y enfermo, costándole la vida a mi madre. Mi nacimiento fue el primero de mis infortunios.

Ignoro cómo pudo mi padre soportar este golpe, pero si sé que jamás logró consolarse. Creía verla en mí, sin poder olvidar que yo había causado su muerte. Cada vez que me abrazaba me decían sus suspiros, sus apretones convulsivos que en sus caricias iba mezclado un amargo recuerdo que las hacía más cariñosas. Cuando me decía: "Hablemos de tu madre, Juan Jacobo", yo le respondía: "bien, padre mío, vamos, pues, a llorar", y esta sola frase hacía brotar las lágrimas de sus ojos.

"Oh -decía gimiendo-, devuélvemela, consuélame de su pérdida, llena el vacío que en mi corazón ha dejado. ¿Te amaría yo tanto, si no fueses más que hilo mío?"

Murió, cuarenta años después de haberla perdido, en brazos de su segunda mujer, pronunciando, empero, el nombre de la primera, cuya imagen conservaba impresa en el fondo de su corazón.

Tales fueron los autores de mis días. De cuantos dones les había otorgado el cielo, sólo me legaron un corazón sensible, que así como había sido origen de su felicidad, fue para mí la causa, de todos mis males.

Nacido casi moribundo, había pocas esperanzas de salvarme. Vine al mundo con el germen de una dolencia que los años han reforzado, y cuyos intervalos sólo me sirven para dejar espacio a sufrimientos mucho más crueles de otra especie. Salvóme el extremo cuidado de una hermana de mi padre, amable y prudente doncella, que me tomó a su cargo.

 
Páginas 1  (2)  3 
 
 
Consiga Mis confesiones (tomo I) de Juan Jacobo Rousseau en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Mis confesiones (tomo I) de Juan Jacobo Rousseau   Mis confesiones (tomo I)
de Juan Jacobo Rousseau

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com