Quito, 18 de mayo de 1870.
A pesar de las inclemencias de la estación lluviosa, decidí comenzar mis exploraciones de las montañas volcánicas de Ecuador a mediados de marzo, empezando por el Pichincha.
Como repiten todos los viajeros, la ciudad de Quito se encuentra al pie del volcán activo Pichincha. Sin embargo, desde la ciudad no se divisan sino las escarpadas laderas de las crestas extendidas a lo largo, sobre las cuales descuellan algunos puntos de los más altos picos rocosos, a menudo cubiertos de nieve. La forma de estas laderas, sus profundos valles y la ausencia de toda roca nueva hacen dudar de la exactitud de tal dato, y mis investigaciones me permitieron establecer muy pronto que el pie del volcán activo Pichincha está separado de Quito por una cresta y una vasta superficie casi plana. En la región se da el nombre de "Pichincha- a un largo macizo que se compone por lo menos de dos partes muy diferenciadas: una antigua sucesión de picos, erosionada por todas partes por los ríos, en la cual descuellan el Rucu-Pichincha (4.737 m) y el Cerro de Ladrillos, y una majestuosa montaña cónica, el volcán activo Pichincha, cuya cima encierra una vasta caldera, en cuya pequeña zona norte se encuentran las bocas aún humeantes del volcán, mientras que de la otra parte descienden hacia el Océano Pacífico varios ríos. El peñasco más elevado de la circunvalación de la caldera se llama Guagua-Pichincha (4.787 ni). Las elevadas formaciones que designaré viejo Pichincha (rucu: padre) y nuevo Pichincha (guagua: hijo), se unen en dirección norte-sud y la ladera norte del Guagua Pichincha se une a su vez con la parte sud del Cerro de Ladrillos, el pico más meridional de la antigua montaña Pichincha, a través de un paso situado a 4.411 metros de altura. Quito se encuentra en el pie oriental de la antigua cresta, separada del nuevo Pichincha por una larga cuchilla de 3.606 m, extendida de norte a sud y que se desprende del viejo, tan alejado del nuevo Pichincha que entre sus escarpadas pendientes, llamadas El Ungui y las pendientes del nuevo cono se extiende el valle de Lloa, una amplia planicie en suave ascenso.
El 17 de marzo salí de Quito por la ancha y antigua calzada que conduce al sud. Pasamos por el pie del Panecillo y llegamos a las vastas planicies de Turubamba y Chillogallo (2.951 m) limitadas al oeste por la cordillera de Ungui, al este por los picos bajos de Poingasi (3.104 m), cuya escarpada pendiente oriental conduce a su vez a las grandes planicies del río Guaillabamba. Pronto debimos abandonar la ancha calzada y seguir por senderos angostos, de la cordillera de Ungui, en partes escalofriantes. Desde lo alto de esta cresta se contemplan por primera vez el valle de Lloa y las laderas del Pichincha propiamente dicho. Lloa o Capillabamba (3.070 m) es una pequeña aldea, compuesta de unas pocas chozas.
El 18 tuvimos un tiempo magnífico. El camino cruza el llano de Lloa, luego un bosque bajo y enmarañado y comienza entonces un lento ascenso. A 3.628 m empiezan los pajonales que trepan por las montañas hasta los 4.500 m. Sin esfuerzo y siempre a caballo, alcanzamos una altura de 4.400 m. Allí ordené armar las tiendas. Este lugar estaba en la ladera nordeste del pico más alto (Guagua-Pichincha), al que se podía llegar desde allí en media hora, y muy próximo al desfiladero que une el macizo antiguo con el nuevo, de modo que podría visitar ambos con facilidad.
