Hombres
de la metáfora en la frente. Sea cual sea el lugar donde se encuentren parados.
Héroes sentados, inventores y difusores de la reflexión de bolsillo. Y en sus
pasa-cintos, cargadores llenos de sarcasmo del estilo
fuerte.
Portadores
de un loco síndrome de portar un loco. Espectadores de la pupila mojada, de la
desierta y de la perdida en otra pupila.
Íntimos
enemigos, casi discípulos, de sus otros yo
Esos
sujetos se comportan como el vidrio de algún frasquito de veneno. A veces son
muy amigos del lobo y otras veces son cazadores de emociones, y se arrinconan a
acechar en mitad de cualquier pared.
Personajes
que veo cuando me miro en el agua, por que usan su sudor y sus lágrimas como
tinta. Y que sin importarles que existo, son aun una buena descripción de
aquello que soy o fui.
Por
todo esto y personalmente, a mí me parecía un buen lugar. Por que es así como yo
hubiese dibujado las paredes de mi mente. Y es así como supe comportarme un
largo periodo de mi vida. Movido por la desconfiada filosofía de creer que el
interior del ser, es una maquina persuasiva y suicida que provoca a ser
desensamblada y que uno mismo debe cuidar. Mostrarse entero es bajar la guardia,
dejar que la maquina refriegue oro y carne por la pobre y hambrienta
inmortalidad de los demás lobos. Mostrarse completo es indicar el camino a la
puerta sin llave que esconde el antídoto contra tu propia esencia.
De
seguro una combustión parecida ardía en el corazón de esta isla y sus
seres.