I
-¿,Dónde está el chico, Teresa?
--preguntó a la frutera su marido el tipógrafo, que volvía
del trabajo.
-Estaba aquí, hace un momento, jugando a las bochas con
las avellanas-dijo la frutera, cortando de un montón de manteca una
hermosa rodaja gorda que brillaba a la luz de un doble pico de gas.
Los clientes se impacientaban, y Teresa demostraba el mayor
celo. Y agregó, poniendo la manteca en la balanza:
-¡Se habrá escondido detrás de las bolsas,
para jugar contigo!
El obrero de manos ennegrecidas revolvió las bolsas y
gritó dulcemente:
-¡Juan, Juanito, ya te veo, sal de ahí pronto!