https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Juan Martín, el empecinado" de Benito Pérez Galdós (página 3) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Miércoles 30 de abril de 2025
  Home   Biblioteca   Editorial      
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  (3)  4  5  6 
 

La caza por lo muy perseguida, era también escasísima y hasta las abejas parecían suspender su maravillosa industria. Los zánganos asaltaban como ejército famélico las colmenas. Pueblos y villas, en otro tiempo de regular riqueza, estaban miserables, y las familias de labradores acomodados pedían limosna. En la iglesia arruinada o volada o convertida en almacén no se celebraba oficio, porque frecuentemente cura y sacristán se habían ido a la partida. Estaba suspensa la vida, trastornada la Naturaleza, olvidado Dios.

Los militares que habíamos estado en Cádiz echábamos de menos la hartura y abundancia de la improvisada corte, y experimentábamos gran molestia con aquel exiguo comer y beber del segundo ejército. Las largas marchas nos ponían enfermos y en vano pedíamos un pedazo de pan a la infeliz comarca que atravesábamos.

Cuatro compañías destinadas a reforzar el ejército del Empecinado entraron en Sacedón en una hermosa tarde de otoño. Cerca de la villa vimos un árbol, de cuyas ramas pendían ahorcados y medio desnudos cinco franceses, y un poco más allá algunas mujeres se ocupaban en enterrar no sé si doce o catorce muertos. La gran inopia que padecíamos no nos permitió en verdad enternecernos mucho con lo fúnebre de aquel espectáculo, y atendiendo antes a comer que a llorar (por mandato de la estúpida bestia humana), nos acercamos al primer grupo de enterradoras, significándoles bruscamente que nuestras respetables personas necesitaban vivir para defender la patria.

-Vayan al diablo a que les dé raciones -nos contestó de muy mal talante una vieja-. Con dos patatas podridas nos hemos quitado un día más de encima mis nietas y yo, ¿y nos piden ustedes que les llenemos la panza?

 
Páginas 1  2  (3)  4  5  6 
 
 
Consiga Juan Martín, el empecinado de Benito Pérez Galdós en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Juan Martín, el empecinado de Benito Pérez Galdós   Juan Martín, el empecinado
de Benito Pérez Galdós

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2025 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com