Muchas casas tienen pequeños jardines en sus patios donde alternan las plantas florales, los arbustos y las enredaderas que ofrecen una vista muy agradable. Pero dichas plantas no echan raíces en la tierra, sino en macetas de barro, cubos de madera o barriles aserrados por la mitad. Plantar vegetales en la tierra sería muy pernicioso tanto para las casas como para sus moradores pues al regarlos la humedad infiltraría los muros. Por otro lado, la humedad es la peor desventaja que puede tener una vivienda en Lima. El terreno sobre el cual se erigió la ciudad consiste al igual que todo el valle en una formación de guijarros que alterna con arcilla barrosa, característica que se manifestó en forma muy ilustrativa cuando se realizaron los trabajos de canalización. Si la casa se levanta sobre guijarros es por lo general seca, mientras que los bancos de barro siempre se mantienen húmedos por el agua que se escurre al subsuelo del valle. Los ladrillos de adobe de las paredes se fijan con una mezcla de barro y estiércol de caballo o de mula y el nitrato contenido en dicha masa atrae la humedad, de manera que la parte inferior de las paredes queda impregnada de ella. Quien vive en una de esas casas acabará tarde o temprano atacado por fiebres intermitentes, a menudo de una forma perniciosa, y con frecuencia no reconocerá las condiciones de su morada, sino a través del paulatino deterioro de su salud. Sería bastante sencillo y no demasiado oneroso subsanar este mal si al construir se reemplazara por otro mortero el mencionado barro o se intercalara entre los cimientos de piedra y la pared de barro una capa de material impermeable al agua. De acuerdo con el procedimiento seguido hasta el presente, puede considerarse que cada casa donde se ha construido un piso alto, la planta baja no tardará en contraer humedad.
El interior de las mejores viviendas es cómodo y a menudo está decorado con buen gusto. Las habitaciones son altas, espaciosas, tienen grandes ventanas y se comunican unas con otras a través de puertas de vidrio. En las construcciones más antiguas se favorece la ventilación mediante una especie de ventana abierta en el techo del recinto que recibe el nombre de teatina. Se trata de corredores de aire o grandes cajones ubicados sobre el techo y abiertos hacia el lado sud, pues es en esa dirección hacia donde suele soplar el viento. Todas las casas están provistas de instalación de gas y de agua, baños y excusados conectados a la red subterránea de cloacas.
En las mansiones de gente pudiente las paredes están cubiertas de tapices, y en otras, más sencillas, de esteras chinas. Por supuesto, el mobilario guarda relación con las condiciones pecuniarias del dueño de casa, pero en general sigue ciertos cánones tradicionales y evidencia poca variación. Una sala decente está provista de una docena de sillas tapizadas con damasco de seda, dos sillones y sofás haciendo juego, una mesa en el centro con tapa de mármol, dos cómodas de mármol con espejos guarnecidos de ricos marcos dorados y sobre el piano otro espejo ovalado. Los muebles son de estilo francés Luis XIII o Luis XVI. Completan el mobiliario una vitrina para exponer las figurillas de adorno y una araña de dos de tres a ocho llamas. Sin embargo, hay una cierta cantidad de casas que se destacan de esta elegancia mediocre, y están decoradas con muy buen gusto y objetos escogidos de refinada artesanía. Hace tiempo era dable encontrar en Lima muchos cuadros antiguos valiosos, pero poco a poco fueron desapareciendo, en su mayoría vendidos y enviados al extranjero. En la actualidad, sólo penden de las paredes grabados en acero y fotografías, éstas rara vez de algún valor. Sólo se ha conservado una colección importante de pinturas y se encuentra en la casa de la familia de los ex marqueses Torre Tagel, cuya heredera, viva aún, estaba casada con un abogado de nombre Manuel Ortiz Zevallos.