https://www.elaleph.com Vista previa del libro "El Conde de Montecuyo" de Soler Seoane, Figari (página 3) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Sábado 18 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  (3) 
 

 

6 meses atrás...

 

?Despejada esa duda, ahora respóndeme: ¿qué dijiste en el momento del último golpe y a dónde vamos?

?Bien, dije la clave con que se trasportaba todo a la cuenta a nombre de Golfuimet, la cual es ?Rosebud?, y hacia dónde vamos, eso te lo puede responder el Chacal.

El Chacal se acercó, sacó una foto del bolsillo de sus pantalones y extendiéndosela a Termo dijo:

?Chac?tu?chac, muchacha.

En la foto se veían una serie de seres semejantes a los eawoks y parecidos al Chacal, sentados alrededor de una fogata.

?Es su familia, y estamos cerca... ?aclaró Golf.

A 200 metros de allí, en una cueva, la luz producida por el fuego reflejaba pequeñas sombras sobre las paredes, cual alegoría de la cavernas explicada en clase de antropología. Unos seres encorvados se movían y hablaban animadamente.

?Chac chaca.

?Chacabuco.

?Chacarita. Cha Cha Cha.

Entre las sombras se distinguió una un poco más grande, bastante más grande, y parecía estar deglutiendo un escabeche de vizcacha con salsa demiglase. Un sonido como electrónico sonó y dijo:

?CHAC?BOS.

Termo y Golf se adentraron junto al Chacal en esa cueva y lo que encontraron los dejó perplejos. Sentados alrededor de una fogata, cinco seres símil bestia, comían y carraspeaban en lo que parecía ser un almuerzo familiar. Una de estas extrañas figurabas al verlos exclamó:

?¡CHAC!... digo... ¡ustedes!

Era Irmabos. Termo no lo podía creer, las piernas le flaquearon y casi cae, pero en su lugar se lanzó a la carrera hacia su compañera. Se fundieron en un abrazo emocionante donde los huesos de Termo crujieron todos y cada uno.

Tras esta patética escena, Golf se acercó y estrechó la mano de Irmabos. Paralela a esta situación el Chacal se reencontraba con su familia en un verdadero concierto de sonidos guturales que aparentaban ser de felicidad.

?Creo que llegó la hora de las explicaciones ?dijo Golf.

Acto seguido, el Chacal comenzó a gemir, gesticular, sacar cosas de la cueva, mostrar piedras con retratos tallados donde se lo veía a los 6 años ahogando a un venado en un río, con su familia mirándolo.

?Ya sabemos que esta es tu familia y te estás reencontrando. Todo muy lindo. Quiero una explicación de la persona que desapareció dejando un agujero en nuestro corazón al creerla muerta? Golf se quebró.

?Tenés razón en sentirte así, pero lo que me pasó no fue fácil ?empezó el relato Irmabos?. Como bien recuerdan al comienzo del libro anterior quedé atrapada en un tren cuyo destino era explotar. Tras su milagrosa escapatoria pensé que ya estaba perdida, pero no podía dar el brazo a torcer. Con poco tiempo y ya sin ustedes, decidí salvar mi vida. Saltar del tren, imposible, y se me ocurrió algo que era más sencillo y con lo que no correría peligro. Sin perder tiempo me dirigí a la locomotora, donde obviamente no había nadie. Una vez allí lo único que tuve que hacer fue desenganchar los vagones. Cuando estos explotaron, hecho que ustedes seguramente presenciaron, yo me encontraba a una prudente distancia, suficiente para no ser víctima de la explosión, pero no para evitar que el sacudón me hiciera caer y golpear mi cabeza. El tren tenía un destino fijado, el norte, y no se detendría hasta alcanzarlo. En mi estado de inconsciencia, viajé largas horas hasta que finalmente se detuvo. Haber pasado tanto tiempo sin alimento me dejó sin fuerzas. Había llegado a una zona desolada, donde no encontré un auxilio rápido y me desmayé. Cual Rómulo y Remo, fui rescatada por una bestia, que me arrastró a su cueva y me adoptó como una hija más. Con el pasar de los días me fui recomponiendo, pero deben saber que al encontrarme en un estado salvaje no tenía cómo comunicarme. Hasta que finalmente llegaron ustedes ?tras estas palabras Golf no pudo seguir enojado y se abalanzó sobre su amiga, quien ahora estrujaba los huesos de los dos?. Y ahora por favor, cuéntenme cómo llegaron ustedes acá.

?Todo a su tiempo ?terció Termo?. Ya habiendo devuelto al Chacal a su hábitat natural, deberíamos retornar a Río Ceballos, es un largo viaje.

?Y con el tractor de la no-puerta vamos a tardar unos cuantos días... ?Irmabos vio cómo este comentario llenaba de lágrimas los ojos de Termo.

?No toquemos el tema del auto ?intervino Golf.

?Tenemos que volver caminando. Tenemos tiempo de sobra para contarte una larga, larga, larga historia...

 
Páginas 1  2  (3) 
 
 
Consiga El Conde de Montecuyo de Soler Seoane, Figari en esta página.

 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
El Conde de Montecuyo de  Soler Seoane, Figari   El Conde de Montecuyo
de Soler Seoane, Figari

ediciones deauno.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com