https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Carmen" de Próspero Merimée (página 7) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Lunes 06 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  5  6  (7) 
 

-En pago del servicio que le he prestado a usted, prométame usted don José, no sospechar de nadie y no pensar en venganzas. Tome usted; ahí van esos cigarros para el camino. ¡Feliz viaje!

Y le alargué la mano.

Estrechómela sin contestar, cogió el trabuco y las alforjas, y, después de haber dicho algunas palabras a la vieja en un caló que no pude comprender, corrió al cobertizo. Algunos instantes después oíale galopar en la campiña.

En cuanto a mí, volvíme a echar en el banco; pero no pude dormir de nuevo. Preguntábame si había obrado yo cuerdamente al salvar de la horca a un ladrón y quizá a un asesino, y esto por el único motivo de haber comido jamón con él y arroz a la valenciana. ¿No había yo hecho traición a mi guía, que sostenía la causa de las leyes? ¿No lo había yo expuesto a la venganza de un malvado? Pero ¡los deberes de la hospitalidad! ...

- Preocupación de salvaje, -decíame yo. -Tendré que responder de todos los crímenes que en adelante vaya a cometer ese bandido.

Con todo, ¿es una preocupación, de veras, ese instinto de la conciencia que resiste a todos los razonamientos? Quizá, en la situación delicada en que me encontraba, no podía yo salir del paso sin remordimientos.

Fluctuaba, pues, en la mayor incertidumbre a propósito de la moralidad de mi acción, cuando vi aparecer media docena de jinetes con Antonio, que se mantenía prudentemente a retaguardia. fui a encontrarlos y les dije que el bandido había apelado a la fuga hacía más de dos heras. La vieja, interrogada por el sargento, respondió que conocía al Navarro, pero que, como vivía sola, nunca hubiera arriesgado su vida denunciándolo. Añadió que su costumbre, cuando iba a su casa, era partir siempre a media noche. Por lo que a mí toca, fuéme preciso ir a algunas leguas de allí a enseñar mi pasaporte y firmar una declaración ante el alcalde, hecho lo cual, permitióseme volver a emprender mis investigaciones arqueológicas. Antonio me guardaba rencor sospechando fuese yo quien le había estorbado el ganarse los doscientos ducados. Con todo, nos separamos en Córdoba buenos amigos y díle una gratificación tan crecida como podía permitírmelo el estado de mi hacienda.

 
Páginas 1  2  3  4  5  6  (7) 
 
 
Consiga Carmen de Próspero Merimée en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Carmen de Próspero Merimée   Carmen
de Próspero Merimée

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com