|
|
Páginas
1
2
(3)
4
|
|
No pasó mucho tiempo antes que los alemanes comenzaran a
ensañarse con los judíos. Nos obligaron a limpiar de cadáveres la ciudad, a
juntar escombros y hacer los trabajos más sucios y denigrantes. Algo que parecía
divertirlos mucho era maltratar a los religiosos. Los juntaban en una plaza, a
la vista de todos y empezaban a pegarles, los tiraban al suelo y hacían desnudar
a los rabinos obligándolos a bailar, para vergüenza de ellos y de todos los que
los veían. Hay imágenes que parecen haber quedado en mi memoria como una
película, aunque a veces no sé en qué momento preciso ocurrieron. Una de ellas
es haber visto a un grupo de SS que rodeaban a un rabino en la calle, y le
cortaban la barba con la bayoneta. El rabino no se movía, y miraba hacia el
piso, mientras uno de los brutos aquellos le apuntaba con su pistola y le
preguntaba: "¿Y, judío? ¿Adónde está tu dios ahora?" Los otros que lo
acompañaban se reían, y el bruto seguía preguntándole lo mismo y como el rabino
no le respondía, le apoyó el caño de la pistola en la frente y le voló la cabeza
de un tiro. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué le había hecho ese viejo rabino?
Nada. Sólo porque era judío, y porque ellos tenían la fuerza y el poder de
decidir sobre la vida y la muerte de las personas, ese día de otoño de 1939, lo
mataron en una calle cualquiera de Varsovia, en presencia de todos. Al
principio de la ocupación, el hecho que los soviéticos y los alemanes se hayan
repartido Polonia vino en mi ayuda, ya que los rusos abrieron la frontera
durante dos semanas para que quienes quisieran, pudieran entrar en su
territorio. Con mi hermano mellizo Gerardo, y gracias a un amigo, nos decidimos
y cruzamos la frontera y fuimos a una ciudad llamada Białystok, que antes había
pertenecido a la región de Podlaquia, en Polonia, pero que había pasado a ser
territorio de los comunistas y que no estaba muy lejos de Bielorrusia, en la
cual había una gran comunidad judía. Mi papá se negó a dejar su casa y, por lo
tanto, la familia permaneció en Varsovia. De Bialystok seguimos viaje hasta
un pueblo llamado Barilov, cerca de Minsk, en Ucrania, donde mi amigo y yo
conseguimos trabajo en una fábrica de fósforos, aunque nos pagaban muy poco y a
mí no me alcanzaba ni para comer. Como mi hermano sabía bastante de mecánica, lo
mandaron al taller. No pasamos mucho tiempo así. Mi amigo, que era
desenvuelto, conoció a una familia de judíos rusos que tenía un buen pasar
económico, ya que el jefe de la familia era administrador de bosques. El hombre
era padre de un hijo varón y de dos hijas. Como por milagro, quería que las
hijas se casaran con extranjeros. De manera que mi amigo se puso de novio con la
mayor y yo con la más joven. Me acuerdo que nos dieron una habitación cómoda y
buena comida todos los días. Mi hermano, por su parte, tenía un lugar para
dormir en el taller donde trabajaba de mecánico. La cama de nuestra pieza era
un elástico apoyado sobre dos caballetes y ahí teníamos que
dormir mi amigo y yo, lo que nos venía bien para calentarnos el
cuerpo, porque de noche hacía mucho frío. Todavía me acuerdo que cuando tenía
que trabajar en el turno de la noche, si uno escupía, la saliva
se congelaba antes de llegar al suelo. Por supuesto, con ese frío me enfermé de
gripe y una noche llegué a mojar la cama, afiebrado como estaba, lo que me
avergonzó mucho.
|
|
Páginas
1
2
(3)
4
|
|
Consiga El destino de Motek de Motek Finster en esta página.
|
|
 | |
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
|
|
|
El destino de Motek
de Motek Finster
ediciones elaleph.com
|
Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
|
|
|
 |
|