-No está borracho, Luz; es un enfermo.
Y Luz, aunque con miedo todavía, se aproximó al
desconocido vagabundo.
-¡Pobre viejo! ¿Qué tendrá? Tal vez
venía a pedir limosna y se cayó, desfallecido de hambre.
-Pero si algo le damos, podría hacerle daño. Lo
llevaré primero a mi cama..
-No, a tu cama no, que está muy sucio el infeliz.
Llamaré al mozo, y entre tú y él lo llevarán a la
botica.
La niña entró en esos momentos:
-¡Mamá, mamá!
-No te asustes, mi vida, si es un hombre.
-¡Qué feo, mamá! ¡Qué miedo!
¡Es como el coco!
Y Rip oía.
Veía también; pero no estaba seguro de que
veía.