Pasaron meses, luego años, Yania no volvió a llorar.
Muchas veces la permanente servidora que siempre estaba a su lado,
la veía sonreír en silencio, aún estando dormida. Cuando comenzó a hablar,
asombró a todos por su gran soltura de palabras; sabía tener expresiones que
asombraban y dejaban extrañados a los que la escuchaban.
Una de esas veces fue cuando, a los cuatro años la niña comentó a
los presentes, que su amiguito Agni, esa noche le había hablado y le dijo que
algún día él regresaría para visitarla y jugar juntos.
La única que supo interpretar las palabras de la niña, pero no
dijo nada, fue su madre la Maharaní. Su lejana amiga Lacni, antes de irse le
había confiados con la recomendación de mantenerlo en secreto, la verdad del
lazo telepático existente entre sus hijos.
A los catorce años la adolescente Yania, lloró la muerte de
Yanina, su madre. En un momento de privacidad, que más tarde la princesa tuvo
con su padre, sorprendió al Rey al trasmitirle las condolencias de Whisnu, Lacni
y su hijo Agni.
La vida continuó, Yania se convirtió en una de las más hermosas
princesas de la India. Su extraordinaria belleza era comentada en todas las
cortes de Oriente.
Al cumplir los dieciocho años, el Maharajá le insinuó, que ella ya
debería pensar en aceptar en matrimonio a algunos de los muchos príncipes que la
pretendían.
La terminante respuesta de Yania dejó sin palabras a su padre, al
decirle: - Antes prefiero morir, desde que nací ya tengo elegido a mi príncipe,
él vendrá desde las estrellas.
Su padre, con un nudo en la garganta no se animó a desilusionar a
la romántica Yania, cuyo sueño, él veía de muy difícil cumplimiento. Dos años
más tarde, la princesa paseaba por los jardines del palacio, de pronto vio que
por los senderos venía hacia ella un apuesto joven, alto y de contextura
atlética, al ver sus rojos cabellos, Yania sintió
un sobresalto dentro del pecho y casi sin aliento, con tenue voz dijo:
-"Agni".
Y corrió hacia él, al llegar sus ojos reían y a la vez lloraban;
pasó sus brazos sobre los hombros del joven y sollozando apretó su cara contra
el varonil pecho.