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Con Juan soy distinta ¿O actúo distinto? Juan jamás me escucha putear como lo hago en el trabajo o enfrente de mis hermanos. Juan no me ve cuando lo corro a Mauricio o a Tomás en la oficina con un tacho de basura en la cabeza en esos días dichosos en los que Graciela está de viaje. Mauricio dice que mi fantasía es estar de novio con él, tener los proyectos, el sexo, la compañía sin tener que estar realmente con él, con Juan. Son pavadas, incluso suena como que estoy por conveniencia con él.

Es tan difícil pelearse con Juan. Si lo ataco se mete para adentro como la cabeza de una tortuga en su caparazón. Incluso si la reconciliación viene con sexo, es un sexo que me recuerda el sabor de una coca sin gas.

Mi hermana María nunca tiene mis problemas. María se quedó embarazada del estúpido de su noviecito y listo.

La mañana siguiente al anuncio de María me mareé al levantarme de la cama y casi me desmayé camino a la farmacia en busca de un test de embarazo. Pero no me atreví a comprarlo. Compré un chocolate en un kiosco que prometí no comerme y volví a casa. Vomité antes de irme a dormir. A la mañana siguiente fui de vuelta la farmacia y compré el test. Vicky me preguntó si estaba con atrasos o si me picaban las gomas. ¿Desde cuándo Vicky es experta en embarazos? Se lo dije. Ella se quedó callada. Apenas cortamos quise llamarla para disculparme pero María ocupó el teléfono. Me hice el test otra vez. Aunque sabía que el cambio de color tenía que ocurrir en dos minutos me quedé mirando el papel más de quince. Lo intente una y otra vez. Nada. Y, sin embargo, me sentía muy embarazada. Me miré y me miré de perfil en el espejo del placard. Me entusiasmé con nombres como Sebastián y Clarita. Pensé en lo difícil que sería dejar de fumar. Hasta que al final me vino. Me sentí aliviada aunque no supe que hacer con esa sensación de vacío ni el convencimiento de que esa sangre era de un hijo que ya no iba a nacer.

¿Qué pensará Víctor de mí? ¿Tan gorda y fea estoy que ni siquiera con estas gomas nuevas soy apetecible? ¿Por qué no me avanza? Los ojos marrones de esta especie de mutante con delantal blanco que me toca con sus dedos, imperturbable a mis sensaciones y pensamientos, revelan poco y nada. Espero al menos que no le dé asco tocarme. Dios, que buen trabajo tiene este tipo, sin jefes ni urgencias. Nada que ver con el mío. Ayer mismo Graciela salió de su oficina para gritar enfrente de mi escritorio:

 
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