Desde mucho tiempo antes de que dieran comienzo las
expediciones árticas, las tribus del Asia y América boreales se servían de
trineos tirados por perros, para recorrer los desiertos helados que habitaban.
Este medio de locomoción fue empleado por primera vez en la Siberia por unos
exploradores.
A fines del siglo XVII y principios del XVIII, los rusos
emprendieron largos viajes en trineos para levantar un plano de la costa
septentrional de Asia, desde la frontera de Europa hasta el estrecho de Bering.
Con estos vehículos atravesaron también un ancho banco de hielo para llegar
hasta las Islas de la Nueva Siberia, situadas al norte del continente.
Los exploradores ingleses hicieron igualmente uso de los
trineos en una época relativamente remota, para reconocer las costas del Océano
Ártico. En estas expediciones, estos vehículos eran tirados, casi siempre, por
hombres. Fue así, avanzando de esa manera a través de los bancos, como Albert
Markham realizó en 1876 la tentativa más audaz, de cuantas se han hecho hasta la
fecha para penetrar al mar polar.