Por más errónea que fuera esta hipótesis, ha sido de gran
utilidad para el desarrollo y adelanto del conocimiento de nuestro globo. Todas
estas expediciones han aportado, en efecto, observaciones preciosas y han
reducido la extensión del dominio de lo desconocido.
Por una gran diversidad de caminos y con ayuda de bien diversos
medios, han intentado los exploradores, antiguos y modernos, penetrar hacia las
misteriosas regiones del polo. Las primeras tentativas fueron realizadas con
barcos poco apropiados para tales empresas. Las débiles embarcaciones, sin
cubierta, de los normandos y las antiguas carabelas de los holandeses o de los
ingleses, no tenían ni la rapidez ni la resistencia necesarias para triunfar de
los hielos. Pero, poco a poco, hizo progresos el arte de las construcciones
navales; los buques llegaron a ser más adecuados para el objeto al cual se les
destinaba, y el hombre, cuyo ardor crecía y se hacía cada vez más grande,
continuó lanzándose al asalto de los bancos polares.