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–No te niego que tenía ganas de participar más pero, éste era el proyecto de ustedes y quería dejarlos un poco solos. Aunque algún toque me sentí tentada de darles. –Y ahora, ¿qué te parece? –le pregunté. –Me encanta ¿Y? ¿Te diste el gusto de investigar? –dijo Adriana. –¿Investigar? –¿No me digas que no incursionaste en el sótano? –Ah, sí. El misterio del sótano –dije con vos de enigma–. No, la verdad es que ahí fueron a parar algunas cosas que todavía tenemos que acomodar. –¡Ah, no! Hay que desocupar y reciclarlo ¿No fue una de las cosas que íbamos a hacer? –Íbamos a hacer. “Aramos” dijo el mosquito. Con el tiempo libre que vos tenés... Mirá, ya hace un mes que nos mudamos y recién aparecés. –Sí, pero con novedades. A partir de la semana que viene me tomo vacaciones. –¡No! Eso quiero verlo. –Sí. Esta vez es realidad –dijo Adriana, poniéndose sería, algo que es desacostumbrado en ella. –¿Qué ocurre? –pregunté, inquieta. –Mi querido doctor Aslate me dio un ultimátum: o descanso de mi trabajo o terminaré sin poder hacerlo. Parece que mi estrés es cuatro. –Te lo tomás con humor pero era hora, ¿cuánto hace que no descansás? –Si mal no recuerdo, cuatro años. Ahora sí que voy a hacerlo, me doy cuenta de que ya no respondo bien. Estoy pasada de vueltas. Allí comenzaron mis consejos sobre lugares a los cuales podía viajar. Adriana me oía, pero enseguida comprendí que no me escuchaba. Con seguridad ella ya lo había decidido. –¿Sabés qué pienso? –dijo, con un rostro de entusiasmo que conocía muy bien. –Creo que sí, ya tenés el lugar elegido y me estás dejando hablar como una tonta. –No, te equivocás. No pensé en ningún lugar para viajar. Pero se me ocurrió algo. ¿Darío no tenía que salir de viaje en estos días? –Sí, va a Chile por una cuestión de trabajo. Y eso, ¿qué tiene que ver? –Ya sé dónde pasaré mis vacaciones: en tu casa. –¿Acá? Lindo descanso, con todo lo que hay que hacer todavía. Estás más loca que de costumbre. –Sí, puede ser, pero, ¿no te queda el sótano pendiente? Ambas nos miramos y sin necesidad de palabras compartimos sonrisas cómplices.
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