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A partir de Diamante, se penetra en una región sólo habitada por tigres, cocodrilos y capibaras, una gran especie del género lavia (s. Linneo). Vimos allí apretadas bandadas de pájaros recortarse contra el cielo como una oscura nube, cuyos contornos cambiaban de un momento a otro. El río se ensancha paulatinamente, poblado de selvas en sus dos márgenes y forma un canal recto de 290 m de anchura. La disposición de la vegetación es muy curiosa. En primer plano se destacan los arbustos de sauso (Hermesia castancifolia) que forman un cerco de 1,3 ni de altura y dan la impresión de haber sido recortados por la mano del hombre. Detrás de ese cerco se encuentra un monte de Cedrelas, Palo Brasil y Gayac. Es bastante raro encontrar palmeras; sólo aquí y allá se ve algún tronco de palmera Corozo o la espinosa Piritá. Los grandes cuadrúpedos de esta zona: los tigres, tapires y pecaríes, han abierto brechas en los cercos de sauso ya descriptos, por las cuales se acercan al río a abrevar. Como el paso de las canoas no los sobresalta, pudimos gozar del espectáculo de verlos pasear por la orilla hasta que se escurrieron en la selva por uno de los estrechos pasajes abiertos entre la espesura. Ora aparecía en la ribera el jaguar, la hermosa pantera americana, ora el hoco (Crax alector) caminaba lentamente hacia el seto de la orilla con su negro plumaje y sus penachos. Animales de las más diversas clases desfilaron ante nuestros ojos. "Es como en el paraíso", comentó nuestro timonel, un anciano indio de las misiones. Y en verdad, todo recordaba allí los orígenes del inundo.

¡Donde la ribera presenta una anchura considerable, la hilera de arbustos de sauso se aparta de la corriente. En esa región intermedia pueden verse cocodrilos, a menudo ocho o diez ejemplares, echados en la arena. Inmóviles, las quijadas abiertas en ángulo recto, reposan uno al lado del otro sin evidenciar signo alguno de inclinación, como es dable observar entre animales que viven en compañía. El grupo se dispersa tan pronto se marchan de la orilla, y quizá sólo lo integran un espécimen masculino v muchas hembras. Estos enormes saurios son tan numerosos que en todo el curso del río se asoman a cada momento cinco o seis de ellos y apenas comienza a crecer perceptiblemente el Apure, es decir que centenares de cocodrilos yacen aun sumergidos en el lodo de las sabanas.

 
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de Alexander von Humboldt

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